Vance Hopper es un arrogante de lo peor. No hay alguna persona que pueda caerme peor que él. Era un abuson.
La primera vez que lo afronte fue cuando se atrevió a molestar a mi hermano menor.
— ¡¿Qué pasa, marica?! ¡Levantate del suelo y pelea como un hombre, carajo!
Asome la cabeza entre la multitud y pude distinguir un cabello verde radioactivo muy distintivo. Estaba tirado en el suelo con sangre en el rostro, hecho bolita para detener las patadas de Vance. Me abrí paso empujando a unos cuantos chicos en el camino. Una vez que llegué al centro donde estaba la pelea, tome una tubo de metal y golpee en la nuca al rubio.
— ¡Cierra la boca maldito cobarde, porqué no te metes con alguien de tu tamaño!
Mi enojo sobrepasaba mis capacidades. Y en ese momento la adrenalina recorría mis venas, no pensaba con claridad. Hopper se puso de pie y me miro con los ojos saltones.
— ¡Tu no te metas, perra!
Ese insulto hizo que mi enojo se extendiera por todo mi ser. Mi padre llamaba así a mi madre cuando quería verse bonita o arreglarse para él. Eso fue suficiente para querer arrancarle los ojos. Me abalance sobre él y comenze a golpearlo en la cara con el puño cerrado, dolía como mil infiernos, pero no podía dejar que matara a mi hermano.
Las sirenas de la policía sonaban y sus luces parpadeantes pararon frente a mí, de la patrulla bajaron varios oficiales. Me separaron de Hopper y una ambulancia se llevo a mi hermano. De camino a la estación los oficiales me sermonearon sobre ser más femenina y de como una señorita no debería pelearse así. Mi madre estaba esperando en la estación. Intenté disculparme pero antes de decirle algo me abrazó y comenzó a llorar.
— Tranquila cariño, esta bien. Se que estabas defendiendo a Jack.
Mi nariz picaba y sentí un nudo en la garganta. Un mal presentimiento me inundó.
— ¿Qué paso con Jack, dónde está?
— Él esta vivo... pero bastante delicado. Tranquila no pasa nada, Lily esta con él.
Le agradecí a todos los santos y me senté en una silla, hasta que llegará un oficial a hablar con mi mamá.
Después de dos horas— que parecieron una eternidad— me dieron pase libre para ir a casa. Pero antes pedí permiso visitar a mi hermano.
Estaba en una camilla, con los ojos hinchados y vendas en su pecho. La sábana solo le cubría de la cintura para abajo. Sentí una impotencia enorme al verlo así. ¿Por qué no pude llegar antes?
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Después de una semana mi hermano estaba mejorando. Pero aún no lo daban de alta en el hospital. Estaba distraída en clase, tanto que no me percate de que ya debía salir del salón y Hopper aprovecho para acercarse a mí.
— Oye... Oí que te hermano esta mejorando, ¿es verdad? Dijo con cierta pena, talvez porque el fue el causante de que Jack estuviera en el hospital.
— ¿Te importa o sólo lo haces por cortesía? Respondí con un tono bastante hiriente, bastante merecido lo tenía.
— Si pregunto es porque me importa, genia.
— Oh, creo que hice la pregunta incorrecta. ¿Te importa mí hermano o solo estás preocupado porque no quieres que te lleven preso por asesinato?
— ¿Sabes qué? Intente ser amable pero parece que no tienes buenos modales. Nos vemos a la salida, y no te atrevas a faltar.
— ¿Por qué? ¿Vas a terminar lo que empezaste con Jack, a mí si me vas a matar a golpes? No voy a ningun lado contigo, eres una mierda de persona y no quiero compartir ni un segundo más con alguien como tú. Espero que recibas lo que te mereces.
— ¡Me importa una mierda lo que pienses de mí!¡Vas a ir por las buenas o te voy a obligar!
— Vete a la mierda, Hopper.
— Si me voy, tu vienes conmigo.
A rastras Hopper me llevo atrás de la escuela, donde no había nada ni nadie. Será un buen lugar para morir.
— Escucha, no era mi intención lastimar tanto a tu hermano. Solo quería demostrar quién manda y se me fue de las manos. Yo de verdad... de verdad lo siento ¿si?
— Las disculpas no van a hacer que mi hermano se recupere. Pero mejor ve a pedirselas a él. Parecía que de verdad lo lamentaba y su sonrojo era demaciado visible, admitir que lo lamentas siendo el chico más rudo del pueblo debe ser vergonzoso... creo.
— Esta bien. Más te vale no contarle a nadie de esto ¿está claro? Ahora volvía a ser el malote del pueblo.
Me quede callada y le di una sonrisa engreída para después salir corriendo. Tal vez no era un desalmado o una mierda, pero bueno, lo dicho dicho está. Y no me arrepiento ni me disculpare por eso.
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