POV: JONATHAN.
En silencio caminé cabizbajo a través de aquellos pasillos mientras que la angustia corrompía con fuerza mi interior. Evitaba mirar a los lados tratando de resguardar la poca cordura que todavía me quedaba. Ignoraba con desespero los gritos que no eran más que un reflejo de las vidas que no lograron salvarse a sí mismas. Cada paso me obligaba a cuestionarme si estaba haciendo lo correcto, si esto era lo que debía hacer para mantener balance en mi vida, o si verdaderamente inmiscuir mis narices en este problema me llevaría a perder todo lo que una vez merecí. Sin embargo, cuando entré en aquella habitación de paredes blancuzcas y de apariencia antiséptica supe que ya no había vuelta atrás. Solté un suspiro. Frente a la venta estaba una mujer con la vista fija hacia el minúsculo patio trasero de la mansión.
Ella volteó a verme y su expresión de serenidad y tristeza fue lo que deshizo todo dentro de mí. Sentí mi vida caer ante mis pies; era el ser más miserable del planeta. Aquella mirada indefensa, desarmada y débil hizo que me replanteara todas las decisiones que había tomado hasta este momento, era como si hubiera regresado al inicio de toda esta pesadilla. Tragué en seco, en un intento de deshacer el fuerte nudo que se había creado en mi garganta luego de que esa mirada penetrara con fuerza mi interior.
«Qué bueno que viniste, Jonathan», recordé la sonrisa de Danielle mientras las lágrimas recorrían sus mejillas.
«Hablemos un rato, Florence».
Camino a casa, veía a Jones llorar a través del retrovisor, me sentía como un completo idiota por no haber hecho más para protegerla. En ese momento me pregunte a mí mismo: ¿cuánto más podría continuar con esta farsa? ¿Qué pasaría si Clarissa descubría lo que había estado haciendo durante estos meses? ¿Sería capaz de perdonarme? El panorama no lucía nada bien para mí.
Después de la fiesta de mi madre, Justin me envió los documentos y demás información que logró recolectar acerca de Danielle. Quería estar seguro de las palabras de la madre de Danielle, asegurarme de que no fuera otro intento de esa familia por tener un poco de atención. No quería ser parte de ese teatro.
Danielle había sido ingresada a una clínica de reposo después de presentar una fuerte crisis de ansiedad y depresión y, aunque se esperaba que saliera pronto de ello, su psiquiatra determinó su diagnóstico final. Danielle tenía bipolaridad. Sentí mi mundo hacerse añicos en cuanto recibí la información completa, leí aquel documento una y otra vez tratando de encontrarle una explicación, pero mientras más lo leía más me dolía lo que decía. El cargo de consciencia no me dejó dormir durante días, por más que trataba de convencerme a mí mismo que yo no tenía la culpa, esta me arrastraba con más fuerza a convencerme que yo la había llevado hasta ese punto de su vida.
Durante días lo único que hice fue pensar en ella, en lo que haría y si era adecuado que la viera aún sabiendo que mi interior seguía confundido. Sin embargo, en contra de todo lo éticamente correcto, fui a ver a Danielle. Tuve miedo de entrar, de enfrentar a una persona diferente a la que conocía, pero sobre todo tuve miedo de encontrarme frente a frente con el resultado de mis aceleradas decisiones. Acompañé a Danielle durante toda su estadía en la casa de reposo, la visitaba cada vez que podía, a pesar de que algunas veces tenía que mentirle a Jones al respecto de mis salidas. Lo único que quería era el bienestar de Danielle, aunque eso pusiera en juego el mío.
Nos hicimos amigos otra vez e hice todo lo que estuvo a mi alcance para que ella pudiese salir de allí en el menor tiempo posible. No estaba completamente seguro del hecho, pero sentía que mi compañía le había ayudado a encontrar nuevamente su norte, a enfocarse en lo que importaba y a sentirse una vez más como ella misma. La verdadera chica dulce, amable y abnegada por la que una vez mi corazón explotó de amor. Visitaba a Danielle cada que podía, pero mi postura era clara, por nada del mundo nadie más tenía que enterarse de esto. Había muchas cosas en juego y una de ellas era mi esposa. No quería perderla por información tergiversada ni por nada que no saliera de mi propia boca.
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A término indefinido©. [+18]
ChickLitClarissa Jones se mudo a los 18 años a la gran ciudad de Nueva York motivada a cubrir el tratamiento su abuela. Ha tomado cada trabajo que tocó su puerta, pero durante dos años ha sido una secretaria más del Emporio joyero mas grande de todo Estados...