46. LA VERDAD NUNCA FUE SENCILLA.

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POV: JONATHAN. 

Sujetaba su mano con fuerza, mientras sentía el calor de mis lágrimas adornar mis ojos, y pedía, rogaba, suplicaba a quien fuera que me estuviese escuchando en ese momento que me diera una oportunidad, un último chance de poder hacer las cosas bien. Su mano gélida, pálida e inamovible era a lo único que mantenía mi esperanza viva. Todo en ese momento pasó muy rápido, la llamada, los gritos al teléfono, los gritos de mi hermano, y la descarga de adrenalina que se extendió por todo mi cuerpo cuando supe que la vida de Danielle estaba en peligro. Como era de suponerse, no tomé aquel avión, en cambio salí como un loco del aeropuerto sin saber a donde tenía que dirigirme. No fue hasta unos veinte minutos después que su hermano me llamó y me indicó el hospital a dónde ir.

Fueron las cuatro horas más aterradoras de mi vida, pero sobre todo, fue aquel tiempo a solas que hizo que me replanteara desde lo más profundo mis últimas acciones y sus consecuencias. Sentado en esa sala de hospital, sentí como toda la vida se me derrumbaba en pedazos y fue entonces que me pregunté si haberme casado tan pronto había sido la mejor decisión. Me golpeé, interna y externamente a la vista de todos porque era incapaz de soportar ver a una vida apagarse por culpa de mis acciones. A pesar de que todos los presentes, incluyendo familiares, médicos y amigos cercanos, intentaban hacerme entender que no era mi culpa la decisión de Danielle de quitarse la vida, yo no podía dejar de pensar que sí lo era.

Durante las últimas semanas Danielle no la había estado pasando bien y mucho menos después de lo que había ocurrido en la casa de Los Hamptons. Su bipolaridad había empeorado, estaba vez polarizando su depresión, lo que la llevó a tomar una decisión con la que ahora pesaba. Tomó un montón de medicamentos, y no contenta con ello decidió que lo mejor sería cortar sus venas. Las probabilidades de que ella se recompusiera eran mínimas, pero a ese uno por ciento era al que me aferraba esperando a que la vida me diera una nueva oportunidad para hacer las cosas bien.

Los cortes no fueron profundos, lo embotada que estaba su cabeza a causa de los medicamentos no le permitió que se lesionara con fuerza, pero gracias a que la bañera ya se desbordaba fue que sus padres pudieron actuar. Lavaron su estómago durante horas y después de más de medio día de incertidumbre, el médico nos comunicó que estaba fuera de peligro. Lloré, lloré como nunca lo había hecho en mi vida, y a pesar de que no era lo más conveniente me arrodillé para que me dejaran verla. Un par de papeleos y recomendaciones después yo estaba en su sala afincando mi cabeza a la camilla y esperando un milagro.

Danielle recuperó la consciencia al día siguiente, y debido a su condición y las decisiones que había tomado, el diagnóstico médico fue que esta fuera trasladada a recibir atención psiquiátrica y fuera internada en un centro que pudiese brindarle atención las veinticuatro horas del día. Ella lo aceptó sin chistear, esta vez no volvería a dejarla sola. Visitaba a Danielle todos los días, y el tiempo que fuese necesario, para evitar que de alguna manera esta pudiese sentirse sola. Quizás fuese aquel sentimiento lo que la llevó a pensar que el suicidio era la única manera de escapar de él, pero estaba equivocada, y de alguna manera yo quería decirle que estaba ahí para ella, aunque no de la manera que ella imaginaba durante sus brotes de manía.

Su psiquiatra me recomendó que le siguiera el juego, que se tardaría un poco en retomar su realidad, pero que lo estaba logrando gracias a los medicamentos y las sesiones de terapia, de las cuales me mantenía informado todo el tiempo. Sin embargo, estar con Danielle era un sacrificio que me estaba costando muchas cosas y una de ellas era mi Clary. No le había contado nada del viaje y de alguna manera me las arreglé para que ella creyera que sí me había ido con mi hermano, tuve que contarle a Shawn lo que estaba pasando puesto que la manera de la que salí del aeropuerto lo dejó en aprietos con sus amigos y las demás personas a su alrededor. Sin embargo, vivir una doble vida me estaba matando lentamente, y tampoco era tan bueno mintiendo como esperaba, por lo que cada día de mi vida era una condena para esperar el momento en que la verdad finalmente saliera a la luz.

A término indefinido©. [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora