EXTRA.

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Gracias por este primer millón. Con mucho cariño para ustedes. 

Tres años después.

POV: JONATHAN

1460...

1460 era la cantidad de días que habían transcurrido desde que Clarissa me permitió volver a nacer, a vivir en su amor, a ser una versión diferente a la que era antes de conocerla. Lo pensaba al abrir mis ojos, al sentirla dormir a mi lado, al verla sonreír, incluso solo al verla existir. Al despertar junto a ella esta mañana 1461 días se cumplieron de este amor que yo profesaba sería eterno, pues para mí no existía un futuro sin Clarissa en él. Clarissa era mi joya eterna, de todas las piedras preciosas que había visto en toda mi vida ninguna era capaz de igual la belleza de mi Clary y de eso no tenía duda alguna.

Estaba agradecido, después de todo lo que había pasado había contado con la fortuna de que ella me permitiera quedarme a su lado, aunque realmente no lo mereciera. No buscaba las razones, pero me aseguraba de que aquellos ojos que me miraban todos los días sin juzgarme nunca perdieran el brillo que los caracterizada. Pues si en algo estaba seguro, es que Clarissa Jones siempre estuvo destinada a cruzarse en mi camino. Mucho había pasado, muchas cosas habían cambiado, pero mi amor por ella y por lo que ambos habíamos construido no flaqueaba y eso era lo que ansiaba por el resto de lo que quedaba de mi existencia.

Sentado en la vieja oficina de mi padre en Nueva York vi la puerta abrirse. No vi a nadie al principio, pero al mover un poco mi cabeza pude ver los rizos de mi pequeño hijo correr en mi dirección. Lo tomé en mis brazos y lo llevé hasta el escritorio mientras examinaba su pequeño rostro. Sus mejillas estaban coloradas por lo mucho que había corrido. Aprecié el azul de sus ojos, un tono mucho más vivo que el mío y más parecido a los de su abuelo. Había heredado el bronceado de su madre al igual que su rizada cabellera castaña.

—¡Jonathan! ¿Has visto a Oliver? —Jones nos sorprendió a los dos unos segundos después.

—Sí, lo estoy viendo en este momento.

—¿Puedes cuidarlo por un momento? Tu mamá quiere que probemos los inflables y le expliquemos algunas cosas al personal. Mi mamá viene en camino y...

—Está bien Jones, yo me encargó de Oliver. Ve tranquila, te amo.

—¡Yo igual! ¡Gracias! — Dicho esto cerró la puerta y me dejó nuevamente a solas con Oliver.

Llevé la mirada a mi pequeño, quien no paraba de hablar sobre dragones, dinosaurios y algo acerca sus programas de televisión que no entendía mucho.

—Tu abuelo estaría muy orgulloso de ti, Oliver —le conté mientras lo dejaba jugar con sus figuras de acción.

No me agradaba mucho la idea de estar en Nueva York, sin embargo, mi madre deseaba pasar tiempo con Oliver y regalarle su celebración de cumpleaños número tres. A pesar de que había vivido en esta ciudad toda mi vida, lo cierto era que no me acostumbraba a volver después de casi tres años en Edimburgo. Pero, de alguna manera había hecho que este último mes en casa hubiese sido un poco más llevadero.

Terminé de redactar un par de correos para la dirección administrativa de la nueva sucursal, puesto que era posible que el siguiente cargamento de zafiros arribara muy pronto. Mis relaciones con Nader posicionaron a la compañía nuevamente en el mercado incrementando las ventas e importaciones a niveles astronómicos. Tomando en cuenta que el primer ministro del Reino Unido se había vuelto mi cliente frecuente, sin contar los jeques que había hecho de nuestros zafiros su marca representativa.

A término indefinido©. [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora