33. MI CORAZÓN AHORA LATE DE MANERA DIFERENTE.

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POV: CLARISSA.

—Van a hacer muchas preguntas, sobre todo tipo y necesito que estés preparada, Jones.

A primera hora de la mañana, mientras el sol recién cambiaba la tonalidad del cielo neoyorquino, Crystal irrumpió en mi habitación. No me había dado tiempo de reaccionar, cuando ella y no sé cuántas personas más empezaron a poner de cabeza mi habitación. Habían sido días extenuantes, sin descansos, esta gala sería la primera para Jonathan y para mí, por lo que la familia Edevane quería evitar el mayor margen de error posible en esta celebración. Para las nueve de la mañana, el estómago ya me rugía y lo único que había comido era una tostada con jalea que una de las niñas me había preparado rápidamente. Querían que todo fuese perfecto, pero no lo sería si a mitad de la tarde sufría un desmayo a causa del hambre que me estaba matando.

—Necesito un descanso. Tomemos una pausa mientras como algo —le indiqué a Crystal mientras me escondía un rato en la cocina.

Estaba atiborrándome con cereal cuando Jonathan entró a la cocina. Seguramente él también estaba hambriento y con ganas de escapar un rato de la gruñona de Crystal. Rió cuando me vio con aquellas ansias devorando el cereal de granola que había en la alacena. Tomó un plato y con la mirada me pidió que le sirviera un poco.

—¿Estás nervioso? —pregunté aun con la boca llena.

—No, no en lo absoluto. Será una gala más con tontos periodistas que impresionar —comentó mientras buscaba algo de jugo.

—¿Por lo menos te sabes tus líneas? No quiero quedarme sin cabeza a causa de Crystal.

—¿Tú te las sabes? Puedo decir que nos conocimos en el supermercado.

—No funciona, todos ya saben que era tu secretaria. —Le recordé rápidamente mientras este reconocía su error.

—Bueno entonces, diré que me enamoraste porque me regalaste un poco de helado de fresas.

—No te gustan las fresas y tu sabor favorito de helado es el de brownie. No seas tonto Jonathan, apréndete tus líneas.

—¿Cuál es tu sabor favorito de helado? —La pregunta me tomó desprevenida.

—No lo sé, quizás algo cítrico. No creo tener un favorito, después de que sea helado todo está bien —confesé.

—Es porque no has ido a mi heladería favorita, podemos ir después de todo esto y descubrir si realmente no tienes un sabor de helado favorito.

«Es una cita, por dios, tengo una cita con Jonathan Edevane», grité con fuerza dentro de mí.

—Lo veremos, primero apréndete tus líneas. —Sonreí y él repitió el gesto.

Mi corazón se estremecía cada que aquella extraña complicidad en nuestras miradas se ponía de acuerdo, y la leve tensión que se sentía en nosotros a pesar de estar a metros uno del otro. Quería restarle la mayor importancia, pero era imposible cuando cada vez era más obvio. Justo en ese momento de silencio compartido y sonrisas sin explicación Crystal entró a la cocina haciendo que estuviese a punto de sufrir un ataque cardiaco. No reparo en nosotros y me sacó a empujones del lugar a pesar de que todavía no había terminado de desayunar. Me prepararon un poco de café y de esta manera pude continuar con el día sin que este terminara de pasar encima de mí.

A pesar de que estaba cansada, perdida y hasta irritada, no podía negar la magnitud y la intensidad de los nervios que corrían con fuerza a través de mí. Quería no prestarle tanta atención al asunto, pero era imposible. Como no hacerlo, si ahora era la esposa de Jonathan Edevane y todo lo relacionado a él se magnificaba en cuestión de segundos. Tuve ganas de vomitar todo el día, y casi no pude apreciar el increíble trabajo que habían hecho con mi cabello y mi piel. Vestía un hermoso vestido de color vino tinto hasta mis rodillas, con tela suelta y escote en t que dejaba al descubierto mis hombros. Llevaba el cabello suelto decorado con falsos pendientes de rubíes y vestida con la misma joyería. Era muy importante para la compañía llevar el producto que ellos mismos distribuían. El auto nos recogió a eso de las 5:30 p. m., y como estábamos a unas cuantas horas de distancia nos tomaría un poco de tiempo llegar. Shawn asistiría con su prometida y Crystal nos acompañaría a nosotros en caso de que necesitáramos algo adicional. También estaría allí para asegurarse de que no estropeáramos la noche con alguna de nuestras imprudencias. Nos tomó una hora y media llegar hasta el centro donde se llevaría a cabo la beneficencia, una vez estuvimos allí sentí mi cuerpo temblar con más fuerza.

A término indefinido©. [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora