2. AQUELLA TEMPESTAD EN TUS OJOS.

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El martes por la mañana me presenté más temprano de lo usual al trabajo, el cielo ni siquiera había terminado de despertar cuando tomé el primer autobús en dirección a la compañía. La verdad era que todo este revuelo mediático me tenía el estómago hecho trizas. Durante todo el fin de semana no hubo noticiero, periódico o revista que no estuviese cubriendo la muerte del magnate de las joyas, Hoffman Edevane. Lo único de lo que se hablaba era de quién tomaría su lugar y si alguno de sus hijos estaba preparado para este cargo tan importante. Muchos hablaban de Shawn, pero pocos mencionaban a Jonathan y eso alimentaba más mi hambre de curiosidad.

En la oficina se sentía un ambiente de desolación e incertidumbre, nadie hablaba sobre el tema, pero sabía que las cabezas de mis compañeros estaban tan perdidas como la mía y el deseo de conocer lo que sucedería nos estaba carcomiendo el estómago. Tratamos de llevar una jornada aparentemente tranquila y nos dedicamos a prestar atención a otras cosas. Muchos departamentos ya hablaban sobre el regreso de Jonathan, pero nadie podía confirmar qué tan cierto era aquello. Durante un momento libre en mi trabajo comencé a investigar un poco más sobre este hombre. Una página en internet llamó mi atención. Su titular mostraba algo como «El Edevane que nadie quiere mirar», junto con una foto de Jonathan. Era una fotografía vieja, tenía alrededor de veinticinco años y una expresión mucho más seria que sus actuales fotografías.

El artículo hablaba de un chico sumido entre las sombras de su familia, dedicado a estudiar la minería y el patrimonio del que era dueño su apellido. Era el hermano correcto, el que estaba destinado a gobernar, pero que un hilo de sangre lo dejaba en una línea por debajo en la sucesión de esa presidencia. Su hermano Shawn era el primogénito, quien tomaría posesión y ese artículo de 2015 no tenía duda alguna de que el imperio podría caer si llegaba a manos del desenfrenado Shawn Hoffman. No conocía mucho a la familia, tampoco me interesaba hacerlo, pero el drama en el que estábamos sumidos me obligaba a estar al tanto de todos los detalles.

El día corrió rápido, mucho más de lo usual, quizás todo este desenfreno y la curiosidad de saber quién sería el nuevo presidente nos había acortado las horas. Manuela y yo nos preparábamos para salir a las 6:00 p. m., siempre nos íbamos juntas, y cuando no lo hacíamos era porque ella tenía algo que hacer o era yo la que tenía un asunto por resolver. Camila estaba hablando algo sobre Shawn cuando las puertas del ascensor de nuestro piso se abrieron. Camila cesó su conversación y el resto de mis compañeras también lo hicieron. Alcé la vista cuando todo quedó en silencio.

Parado en el ascensor con las manos en los bolsillos y con una mirada fría se encontraba Jonathan Edevane. Fue fácil reconocerlo al instante, esta semana su rostro había estado en todas las portadas, noticieros y revistas de Nueva York. Era imposible olvidar la tempestad de aquellos ojos azules una vez los mirabas por primera vez. El hombre iba detrás de Crystal, la secretaria de su difunto padre y tanto ella como él evitaron hacer contacto visual con ninguno de nosotros. Las puertas del elevador se cerraron en cuestión de unos segundos y Jonathan salió de nuestro campo visual, la mayoría de las presentes comenzaron a hiperventilar.

—Estamos perdidas —articuló una de mis compañeras.

La noticia de la llegada de Jonathan llegó unos minutos después de que lo viéramos por primera vez. Tal parecía que había parado en casi todos los departamentos dando una señal, un mensaje claro de que ya sabíamos quién sería el presidente. Las preocupaciones no tardaron en esparcirse, todos temían por su puesto y hoy más que nunca echaban de menos a Hoffman Edevane. Manuela no pronunció ni una sola palabra en todo el camino a la parada de autobús, estaba tan preocupada como el resto y aunque traté de cambiar la conversación ella no respondió a ninguna de mis preguntas. Nos despedimos cuando su autobús llegó y como un alma en pena Manuela tomó el bus.

A término indefinido©. [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora