Capítulo 15 [15.2]

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—¿Qué hiciste después de encontrar a Felton y a Hardwick en combate?— preguntó, Marcus.

Los ojos del alfa permanecieron fijos en el joven delta. Marcus estaba detrás de aquel sólido escritorio veneciano labrado en roble y tan enorme como él. A su lado, se hallaba Rafael Salazar y su propia madre, Deborah Font.

Travis había sido citado en el despacho de Marcus, una sombria habitación cuyos revestimientos y marquesinas se mimetizaban con la chaqueta oscura del que era el individuo más emblemático en el Clan.

El joven echó un vistazo a los retratos colgados. En uno de ellos se apreciaba al grupo de cambiaformas que dieron origen al poblado. Apenas un puñado de hombres en su veintena y cuyos rostros adustos parecían observarlo.

Apretó su mano en un puño, esperando que los nervios no lo traicionaran. Era el delta más joven en la manada, con veintisiete años recién cumplidos y habilidades que siempre le habían llevado a destacar entre sus congéneres, Travis era uno de los favoritos para asumir el cargo de alfa una vez que Marcus se retirara.

Sabía por demás que debía cuidar sus palabras frente a Marcus Romano. No obstante, de todas las cosas que tenía por hacer, atestiguar por un crimen que no tenía que ver consigo, era por demás cansino.

La noche había transcurrido fugazmente para Travis, no había dormido como debía, luego de escoltar tanto a Felton y a Hardwick donde el Marcus. Más tarde, regresó al sitio del siniestro, acompañado de Patrick Jones y Rafael Salazar, hombres de confianza de Marcus. Entre los tres machos recogieron el cuerpo para su posterior autopsia. Pues, dar a conocer el caso, sería contraproducente.

El anonimato era esencial para proteger el mayor secreto en todo Refugio y la segunda naturaleza de una cuarta parte de sus habitantes era el motivo por el cual Refugio había sido fundada. Un lugar donde los cambiaforma no tuvieran que esconderse o creer que eran abominaciones de la naturaleza o castigados por algún estúpido pecado.

Tal pensamiento lo llevo maldecir a Felton y Hardwick. Ese par de imbéciles lo habían complicado todo al no confesar cuál de los dos había dado muerte al pobre diablo.

Tan ensimismado se encontraba Travis que tuvo que pedir a Marcus repetir la pregunta.

—¿Qué hiciste después de encontrarlos, Travis?— cuestionó un irritado Marcus. Su profundo ceño fruncido y la barba de pocos días revelaba su cansancio.

—Les ordené que se separaran— el joven dio un largo suspiro —. Tomé mi arma y disparé a mi costado, asegurándome que la bala no dañara a ninguno de los presentes.

Observó a Marcus bajar el mentón, meditando sus palabras.

Por su parte, deseaba acabar con toda el jodido interrogatorio cuanto antes. No era su maldito problema, si Seth o Felton eran expulsados pues no tenía a ninguno en alta estima. Sin embargo, era mejor para sus fines el que ambos le debiesen algo.

—¿Lograste que se detuvieran?— indagó, Marcus.

—Si— contestó el joven.

Poco después tomó el vaso de agua situado frente a él y degustó de aquel líquido frío bajar por su garganta.

—¿Qué ocurrió después?— preguntó el alfa con impaciencia.

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