Capítulo 16 [16.1]

138 7 0
                                    

Sentada sobre el retrete y con las panties por debajo de sus rodillas, Gabriela Gutiérrez intentó ordenar sus pensamientos. Tenía tres semanas de atraso y, aunque eso no significase mucho por sí solo, entró en estado de alerta cuando sus mamas comenzaron a estar mucho más sensibles.

Con premura, Gaby acudió a la farmacia local, pidió a Beca le prestase el Golf durante un par de horas y con la excusa de traer tul bordado, condujo en silencio durante un par de minutos.

Su corazón martilló hasta el punto de prender la radio, subió el volumen de la música y el iconico estribillo de Single Ladies la acompañó hasta hacerse de un lugar reservado en el estacionamiento.

-Después de todo- se dijo -, sólo estaré un par de minutos.

Al entrar, el farmacéutico la reconoció de inmediato. Durante los meses anteriores, Gaby había surtido la receta médica de su abuelo en aquel pequeño negocio. Sin embargo, el dueño nunca destinó aquella mirada acusatoria al llevar consigo una prueba de embarazo y no los antihipertensivos acostumbrados.

Desde ese momento, Gaby se sintió un poco miserable, como si hubiese sido atrapada in fraganti, haciendo algo que las chicas buenas, no deberían de hacer.

No tenía empacho alguno en reconocer que no sabía nada del padre en cuestión, ni siquiera el cómo encontrarlo. La noche con Mark había sido apasionada e intensa, pero estaba destinada a ser sólo eso. Aunque, sería deshonesto decir que estaba arrepentida por lo sucedido.

Aún recordaba aquellos besos que la dejaron sin aliento. En realidad, en días como ese, sentía que todo había sido una fantasía erótica, engendrada por la mente ociosa de una adolescente.

Una noche lluviosa.

Un apuesto desconocido.

Una noche de pasión.

Un dulce adiós.

-Pero no lo es- se dijo para sí.

Era verdad. Debía recordarse que era ya una mujer adulta, realizando un test de orina en casa de Dan Felton.

-Brillante, Gabriela. Brillante.

Gaby resopló, se levantó con pesadez y subió sus bragas.

Acorde a las instrucciones descritas en la caja debía esperar tres minutos para que la prueba arrojara un resultado. Una raya significaba negativo. Dos, un resultado positivo.

Curioso.

Aquello sonaba lo bastante trivial como para tratarse de un acontecimiento trascendental. Era su futuro y todo lo que conllevaría.

-¿Qué sucede contigo?- escuchó la voz de Tania detrás de la puerta.

Gaby vaciló al dejar la prueba al lado del lavamanos, la intromisión de su hermana la tomó por sorpresa.

-¡Llevas más de veinte minutos!

Gaby jaló de la palanca del escusado, necesitaba ganar tiempo hasta que se arrojará un resultado.

-¿¡Me escuchaste, Gabriela!?

Gaby no sabía qué añadir. Quizá fuera una buena idea mandar todo al carajo, abrir la puerta y confesarle todo a su melliza. Quizá, podría fingir estar enferma y lamentarse un par de horas.

Numerosas posibilidades se agolparon en su mente, pero sólo se decidió por mirar su reflejo en el espejo.

Si, ahí estaba ese rostro en forma de corazón, con una espinilla recién brotada en su mentón. Excluyendo lo anterior, parecía la misma Gaby de siempre. Desordenada, ruidosa y desempleada.

REFUGIADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora