Capítulo 15 [15.3]

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Dan miró a los tres hombres que se encontraban en el interior de la Suburban.

Comenzando por su buen camarada Jacob Rhodes, a quien había arrastrado a este montón de mierda. Sentado en el asiento al lado del conductor, Jacob permanecía callado y apacible, mirando por la ventana del vehículo.

Por su parte, Travis Font, el enviado de Marcus y el más joven del grupo, se hallaba al lado de Daniel. Su perfilado rostro enmarcaba perfectamente sus ojos castaños, fijos en su costoso Ulysse Nardin cobalto en su mano, reflejando su impaciencia por llegar a la Cabaña del guardabosque.

Finalmente, el dubitativo Seth Hardwick, cuyos ojos azules brillaban aún más en la penumbra. Quizá, el más apuesto del grupo, un macho cuya bravura era de temer y Dan tenía que reconocer que la intensidad del duelo lo había agotado.

Con seguridad, los cardenales cubrirían su espalda por la mañana.

—No me hagan perder mi tiempo. Hablen de una maldita vez— pronunció, Travis Font.

La exigencia del joven delta irritó a Dan. No era asunto de Travis indagar en el asesinato de aquel bastardo. Ya tenía suficiente con la frustración de no haber sido él quien tomase la vida del torturador de Marisol, como para añadir la absurda manía de Travis de ser un grano en el culo.

—Puedo apostar que Marcus no será más amable que yo. Si piensan arreglárselas por su cuenta, más vale que canten, avecitas— amenazó, Travis.

Dan permaneció en silencio, demasiado consiente de que aquel hijo de puta arrogante, tenía un punto.

Marcus Romano demandaría una investigación y ésta, culminaría con Seth siendo desterrado.

—¿Terminaste de golpearte el pecho?— interrumpió, Jacob.

Desde su lugar, Dan podía ver la espalda de su amigo. Sentado al lado de Makeba Jones, segunda de Travis y la única hembra presente.

Alta y atlética, Makeba era la conductora designada de la noche. Su tez oscura era iluminada por el brillo de la luna y sus altos pómulos resaltaban con el cabello a rape.

—Aún no— pronunció, Travis —. Quiero joderles otro rato.

Dan pensaba que Jacob ya estaría preparando una respuesta cuando fue interrumpido por Makeba.

—Jodidos imbéciles. Con herirlo habría bastado.

Dan no se atrevió a interrumpir a la hembra. No porque compartiera su opinión, sino porque no quería iniciar una discusión que no les conduciría a ningún lado.

Echó un vistazo a la ventanilla, Refugio permanecía aún en penumbra, pero no por mucho. El sol pronto haría su aparición y esto pasaría a ser un mal sueño. Él pondría todo de su parte para que lo fuera, pero ¿sería lo mismo para ella?

Sin percatarse, Dan se encontró pensando en su amada.

Travis se lo había dicho. La habían encontrado, aparentemente bien, en algún punto de la carretera. Había ingresado a la Clínica poco después de la medianoche.

El sólo imaginar a Marisol herida, huyendo de un psicópata, hizo que su corazón latiera con fuerza. Mientras, Dan estaba aquí, perdiendo el maldito tiempo y escuchando opiniones indeseadas.

—¿Por qué no le rompieron las piernas?— preguntó, Travis, irrumpiendo en las cavilaciones de Dan.

—Él tenía que pagar por lo que hizo— replicó, Jacob. Mucho antes de que Dan tuviera oportunidad de hacerlo.

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