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Eddie le sonrió a su cliente en cuanto este le dió el dinero acordado

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Eddie le sonrió a su cliente en cuanto este le dió el dinero acordado. Extendió su mano con una bolsita llena de polvos blancos, por poco se le caían al suelo,. suspirando aliviado al ver que esto no sucedía.

Cuando el chico se fue, Munson volteó sobre sus talones para comenzar a avanzar hacia fuera del callejón mientras besaba los billetes. Había ganado 25 buenos dólares.

En cuanto la luz amarilla de plena tarde golpeó su rostro, se colocó una mano en la frente, alzando levemente su flequillo, guardándose el dinero en el bolsillo de sus jeans oscuros con la otra mano.
Cuando pudo aclara su visión, pudo distinguir al castaño apoyando en la pared a un lado, cruzado de brazos, mirándolo con una ceja alzada, aparentemente incrédulo ante la rapidez de los negocios ajenos.

Eddie hizo un gesto de "¿Que miras?" y el otro solo rodó los ojos y chasqueó la lengua para después apartarse de la estructura de ladrillos y encaminarse al aparcamiento del instituto, donde yacía su amado coche.

— ¿Tengo que llevarte o tienes tú propio auto? — preguntó el castaño, algo irritado por la idea de tener que llevar al metalero y probablemente ensuciar el tapiz de su asiento buen cuidado.

Munson alzó una mano mostrándole unas llaves que se balancearon y resonaron por los golpes contra sus anillos — Tu sólo sígueme — le dijo, haciendo referencia a que tendría que seguir la coche del de rizos hasta la casa de este.

Harrington resopló y asintió en respuesta para después subirse a su auto.
Esperó al otro, quien apareció tras su vehículo sobre una furgoneta negra. Pudo apreciar a través del retrovisor como le guiñaba un ojo antes de seguir su camino.
Steve arrancó gruñendo entre dientes por la acción del contrario mientras agarraba con fuerza el volante.

No había tenido una mañana muy bonita ese día así que no estaba del mejor humor posible para hacer lo que haría esa tarde.
Nancy se volvió a negar a estar a solas para poder estudiar y Tommy y Carol se negaron a una noche de borrachera porque querían follar tranquilos. Esos eran los únicos momentos en los que pensaba que su suerte cambiaba. Solo quería una excusa para no ir a casa del metalero. Ni siquiera sabía por qué le hizo la propuesta de hacer lo que el otro quisiera en primer lugar.
Steve tenía muchas ganas de golpear su cabeza contra el volante pero se aguantó para no sufrir un accidente a pesar de que su suerte no se lo permitiría.

Una vez llegaron al parque de caravanas, pudo apreciar como Munson aparcó su furgoneta frente a una caravana y Harrington dejó su coche justo al lado del vehículo del mayor.

Eddie se acercó a la puerta del remolque y sacó sus llaves de uno de los bolsillos de sus jeans oscuros y rotos. Steve pudo percibir el ceño fruncido del chico y la lengua sobresaliendo de entre sus labios, frustrado por no poder encajar la llave en la cerradura.

El castaño salió de su auto y se apoyó en este, de brazos cruzados, con una ceja alzada, divertido. La escena era entretenida, sin embargo, se cansó de esperar y se acercó al chico, quién lo miró algo avergonzado de su torpeza.
Steve le arrebató la llave de sus manos y la insertó a la primera. Logró escuchar un chasquido de lengua de Eddie mientras la puerta metálica se abría.

LUCK IN DETENTION ROOM [Steddie]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora