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Steve no sabe cómo ha acabado donde está ahora

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Steve no sabe cómo ha acabado donde está ahora.

Llevaba toda una semana sin prestar atención a Tommy y Carol, solo los seguía a todas partes. No tenía ni idea de que hablaban o lo que pasa con ellos. Aunque tampoco es que le importara mucho. Lo único de lo que se enteró fue que, por lo visto, habían expulsado a Billy Hargrove. No se sabía el motivo, pero Steve estaba agradecido por ello. No tendría por qué luchar más.

Lo que le había tenido tan metido en sus pensamientos, era el mismísimo Edward Munson. Sus ojos no le hacían caso, y cuando notaba su presencia, se dirigían directamente a él.
Lo curioso y de las cosas que disfrutaba de este acto involuntario, era que siempre lo veía cuando le pasaba algo malo.

Un día, lo encontró en una fuente que había en el patio. No paraba de insistir pulsando el botón con el cual el agua saldría. En un momento, uno de sus amigos le llamó a lo lejos y este, sin percatarse de ello, aún mantenía apretado el botón así que, de repente, un gran chorro de agua salió disparadl empalmandolo por completo. Pudo apreciar las pataletas que hizo, frustrado con la vida misma.

Otro día, lo vió, caminando hacia el bosque, donde seguramente haría otra venta. El suelo estaba embarrado debido a una lluvia que hubo el día anterior y Eddie caminaba de lo más tranquilo. Se le notaba pensativo, mirando al cielo, cuando de resbaló y se ensució sus jeans además de que su mercancía fue cubierta también por el barro.
Pudo escuchar un gemido de desesperación. No parecía ser la primera vez que le pasaba.

Y justo dos días después, un pañuelo que siempre llevaba colgando de un bolsillo de sus jeans, quedó atrapado cuando la puerta de la sala de castigo se cerró tras él, con llave, por lo cual, no pudo abrir la puerta y tuvo que intentar sacar a la fuerza el pañuelo, colocando una pierna por lo alto para hacer más fuerza, rompiendo el objeto en el acto.
Al día siguiente apareció con uno nuevo.

¿Donde estaba Steve ahora? En pleno pasillo, abriendo con un simple golpe, gracias a su suerte, todas las taquillas de todos los pasillos por los que pasa. ¿Por qué? Porque quiere hablar con Eddie y no sabe cómo sin que nadie les vea. La única solución que su cerebro ha procesado ha sido que le envíen a la sala de castigo y, con su suerte nuevamente, se lo encontraría allí.
No sabía ni por qué quería verle, oírle o ambas. Eran pensamientos en los que no quería profundizar y se excusaba a sí mismo diciendo que quería pasárselo bien con el chico.

Se acabó cansando de tanto dar golpes y no llamar la atención de nadie a parte de algunos alumnos que pasaban por allí a pesar de que las clases ya habían prácticamente terminado.
A regañadientes, caminó hacia la sala de castigo.
Antes de entrar, se detuvo, pensando bien las cosas.
¿Que le diría al profesor de guardia si le preguntaba que hacía allí? ¿Que excusa pondría?

Agarró una gran bocanada de aire, manteniéndolo, intentando relajarse, y lo soltó, para después cerrar los ojos y abrir la puerta.
Se quedó quieto, aún sin abrir los ojos, no sabía por qué su cuerpo temblaba o por qué su corazón latía tan rápido.

LUCK IN DETENTION ROOM [Steddie]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora