LUCK IN DETENTION ROOM [Steddie]

♧︎︎︎♧︎︎︎♧︎︎︎ 08 ♧︎︎︎♧︎︎︎♧︎︎︎

Steve inspira y expira para intentar mantener la calma. Salió de su coche no sin antes agarrar un ramo de rosas que había colocado en el asiento del pasajero. Cerró la puerta del vehículo y caminó en dirección a la casa frente a él, mordiéndose el labio, inseguro.

¿Y si Nancy les había contado a sus padres respecto a su ruptura? ¿Y si Nancy estaba con Jhonatan, interrumpía estrepitosamente y creaba un ambiente tenso? ¿Y si le echaban de la casa sin siquiera dejarle poner ni un pié en la moqueta de la entrada?

Tragó en seco una vez llegó a la puerta. Podía oír una especie de discusión en el interior pero no le tomó mucha importancia, y armado de valor, tocó el timbre.
Se mordió el labio inferior, inquieto. Esperaba lo peor.

— ¿Harrington? — dijo alguien una vez la puerta fue abierta.

Steve bajó su mirada, encontrándose con un joven de aproximadamente 11 años. Pelo negro y cara de rana. Lo miraba extrañado, no una ceja alzada, pero con un toque de asco. El mismísimo Mike Wheeler en todo su esplendor.

— Rana, ¿está tu hermana? — preguntó él de vuelta. No le importaba llamar así al niño. Ambos se tenían algo de asco mutuamente.

— Está con Barb — respondió dispuesto a cerrarle la puerta al castaño en sus narices siendo deteniendo por otro joven que se asomó por la puerta.

— ¿Quién es, Mike? — preguntó un niño de pelo cual champiñón, bajito.

— Solo el novio de Nancy — respondió entre dientes.

— ¡¿El novio de Nancy?! — se escuchó desde lejos.

— ¡No me ignores! — gritó otro.

— ¡¿Queréis callaros de una jodida vez?! — gritó una voz femenina, lo cual llamó la curiosidad del castaño. ¿Wheeler y sus amigos raritos tenían a una chica en su grupo? No se esperaba algo así.

— ¿Que está pasando ahí dentro? — preguntó el mayor, algo intrigado y divertido por la situación.

Mike quería cerrar la puerta. No tenía idea de cuánto lo deseaba. Pero el chico a su lado habló — Están discutiendo respecto a la limpieza del sótano — explicó el bajito en un tono vergonzoso.
A Steve le pareció tierno —¿P.podrías...ayudarnos? Nos vendría bien la ayuda de... alguien mayor.

¿Como iba a negarse a esa cosita tierna? — Claro — respondió encogiéndose de hombros. Después de todo, no tenía nada mejor que hacer y quizás podría hacer tiempo para cuando Nancy regresara.

Mike rodó los ojos, obviamente en desacuerdo con la idea, pero se hizo a un lado para dejar pasar al castaño.
Steve dejó las flores en la mesa central del salón y siguió a los niños hasta el sótano, donde encontró a dos niños más: uno con gorra y otro moreno, ambos a cada extremo de un charco de agua. A un lado, dos niñas: una pelirroja y otra castaña, sentadas en una mesa donde reposaba un juego de mesa.
Habían sillas caídas y chaquetas mojadas en el suelo además de muchísimos papeles igual de mojados.