Capítulo Dos

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Había pasado una semana desde aquella tarde donde Bloom supo que todo aquello que deseaba que existiera, existía y que ella también formaba parte. Cuando despertó la directora le ofreció unirse al colegio, ella aceptó sin dudarlo así que la mujer mayor acudió a la casa de la joven diciendo que la pelirroja había conseguido entrar en un proyecto para escritores en un famoso internado Suizo. Sus padres tras ver fotos, recomendaciones y que su hija por primera vez en años tenía una amiga, una de verdad, aceptaron sin dudarlo.

—¡Bloom, Stella ha venido!—su madre gritó desde abajo pero no recibió respuesta. Miro a la chica rubia con una sonrisa de disculpa e hizo el amago de subir para despertar a la pelirroja.

—No te preocupes Vanessa, iré yo.—ofreció Stella con aquel tono educado que le gustaba tanto a la mujer.

La chica de cabellos dorados subió las escaleras y tocó la puerta de la habitación de su amiga pero esta no contestó, efectivamente se había quedado dormida. Entró sin hacer mucho ruido, iluminó su mano para ver ya que la pelirroja usualmente dejaba muchas cosas en el suelo y entreabrió la ventana para que entrara algo de luz. Miró hacía la cama encontrando a Bloom profundamente dormida, incluso babeando la almohada lo que le causó mucha ternura a la princesa de Solaria. Se sentó a su lado acariciándole la cabeza con delicadeza mientras revisaba el perfil de la pelirroja en Instagram, la mayoría eran fotos de paisajes menos la última que era ella misma al natural, mostrando sus pecas y una gran sonrisa junto a su pequeño conejo Kiko.

—Realmente eres bonita.—murmuró Stella dando like a la publicación, decidió dejar un comentario pero se detuvo cuando vio algo que le hizo hervir la sangre.

Había algunos comentarios criticando a la chica, metiéndose con su físico y con toda ella en general, eran los nombres de las personas que la pelirroja le había dicho que eran lo más cercano a amigos. Bloom se despertó confusa al sentir como aquellas delicadas caricias se habían vuelto bastante bruscas encontrándose con su nueva y única amiga al lado suya con el ceño ligeramente fruncido.

—¿Ha pasado algo Stella?—preguntó con la voz ronca haciendo que diera un pequeño salto de sorpresa. Se limitó a mostrar lo que estaba leyendo—Mira, son menos de lo normal, es un buen día para mí.—bromeó mientras se frotaba los ojos.

—¿No te molesta?—preguntó la rubia con el ceño fruncido.

—Antes realmente me hacía llorar así que no publicaba nada—confesó recordando su vida hace un par de años—pero ahora simplemente los ignoró, duele un poco, pero en algún momento se olvidarán de mí, yo lo haré pronto.

—Nada de lo que dicen es verdad—Stella cogió las manos de la pelirroja y la miró con decisión—nada de nada.

Ante el arrebato de sinceridad de la princesa las mejillas de la joven enrojecieron tanto como su pelo. Negó un poco avergonzada ante las palabras de su nueva amiga pero la de ojos avellana la retuvo para abrazarla con fuerza. No entendía porque sentía aquella conexión con la humana pero no iba a permitir que nadie le hiciera más daño

—¿Sabes? Das los mejores abrazos del mundo.—confesó Bloom apartándose con las mejillas rojas—¿Me ayudas a acabar las maletas?

—Por supuesto.—contestó acariciando su mano con cariño mientras la ayudaba a levantarse.

Ambas chicas acabaron de meter la ropa y libros en las cajas que Bloom se llevaría a su nueva vida, las bajaron a la entrada donde Stella decidió darle privacidad a la familia para que se despidiera. Tanto los adultos como la adolescente dejaron caer un par de lágrimas, eran conscientes de que verían a su pequeña por Skype y cosas así, pero no era lo mismo.

When the sun meets fireDonde viven las historias. Descúbrelo ahora