24. Daño a los tres

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El amor no se elige.

Cuando dicen que el corazón no entiende a razones, es por algo. No importa cuánto intentes convencerle de que el camino que ha decidido tomar no te conviene, no es fácil, y será más duro. Da igual, en el momento en el que esa sensación te invade, nada, por muy catastrófico que sea todo, va a impedir que cada vez que le veas, tu corazón sienta que es ahí.

Estás viendo las piedras en el camino, sabes que te van a hacer daño, puedes anticipar todo, intentar hacerle entrar en razón. Da igual. Todo da igual, por qué entonces, ya es él y punto.

A veces pienso que me gusta torturarme, que encuentro placer en hacerme la vida complicada. En como estuve enganchada a un ser que consideraba inalcanzable durante toda mi vida, para acabar consiguiéndolo, romper, pasarlo mal, recuperarme y conseguir algo estable que me hacía bien.

Cuando tenía todo lo que todo el mundo siempre sueña, rozando con las yemas de los dedos ganarme la tranquilidad que tanto había perseguido y querido con anterioridad. Siempre tenía que llegar algo que me rompiera todos mis esquemas.

No era justo. Enamorarse debería ser un proceso bonito, repleto de momentos que me hicieran soltar una sonrisa cada vez que me acordaba de su existencia, disfrutando el caer poco a poco en él. Pero para mi se había convertido en contradicción, sufrimiento, culpabilidad, martirizarme...

Me sentía atrapada. Como si me hubiera acorralado contra una pared y no viera ninguna salida viable. Estaba pillada de un chico que no era mi novio, que parecía interesa en mí pero con tan poca autoestima que no se creía que yo pudiera sentir algo, mi novio ya no me hacía feliz y no era su culpa pero no era justo para ninguno de los dos estar atrapados en algo que a largo plazo iba a reventar y Hunter... Él debía ser mi punto y final, siempre lo desee, de verdad que lo había intentando pero esa Chiara que lloraba viendo sus fotos, Ed la había matado.

Todo era confuso, todo era raro. No me entendía a mi misma, no entendía a los demás. No podía hablarlo con nadie. Era estar contra la espada y la pared, metiendo barriga para no clavarmela, sabiendo que me estaba quedando sin aire.

Pero a veces de la nada surgen impulsos y yo seguía asimilando que hacía dos minutos, mis dedos sin casi señal de mi cerebro habían escrito un mensaje. Él mensaje. Y llevaba esos dos minutos mirando incrédula la pantalla de mi móvil esperando la respuesta

"Tenemos que hablar"

Lo había escrito. Por fin a Jason. Me puse a llorar en cuando vi que lo había leído. Pensé en las mil cosas que se le estarían pasando por la cabeza. En como se estaría poniendo en lo peor....y es que aquello era lo peor

Me mordí el dedo nerviosa. Y sin poder dejar de llorar leí entre las lágrimas

"Ha pasado algo?"

Me sentía la persona más mierda del universo. No me merecía que nadie me quisiera por que era una egoísta que tiraba a la gente a un lado cuando me cansaba. No me merecía a Jason, no me merecía a nadie.

No sabía que contestar, solo pude seguir llorando. Me tapé la cara con una almohada hasta que la mojé entera y ahogue un grito intenta que nadie me oyera, pero sabía que un ataque de ansiedad estaba a la vuelta de la esquina.

Alguien tocó la puerta y yo tiré el cojín a un lado y me intenté secar las lágrimas pero tenía toda la cara roja y sabía que lo iban a notar

―¿Chiara?― preguntó Oliver que parecía haberme oído ― ¿Chiara que te pasa?

Me puse un dedo en los labios para señalizar que no dijera nada

―¿Qué te pasa? ― susurró

Le enseñé la pantalla del móvil sin fuerzas de explicar nada y al leerlo lo entendió

Esa Virgen será MíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora