Capítulo 19: Declaración

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Teniendo solamente en mente su declaración, corría por todo el cuerpo para llegar con la eritrocito que había ganado su amor.

No había tiempo para detenerse y esperaba que no se topara con ninguna bacteria, algún virus u otro problema.

—Sekkekkyuu... —dijo en un susurro para sí mismo.

⚪🔴⚪

—Fue un día muy loco, entonces. —4989 habló ya tratando de no sacar el tema desagradable que había vivido la chica.

—Supongo que fue un día común para el trabajo. —se rio la pelirroja.

Ambos siguieron conversando de asuntos sin importancia, cosas del trabajo y de sus amigos.

—...Luego el líder castigó a mis compañeros. —se burló el de blanco. —¿Puedes creerlo, AE-chan?

—Oh, se nota que se llevan bien. —animó 3803.

—¡¿Qué dices?! —expresó el chico un poco alterado y con una sonrisa. —¡Ellos solo quieren ver el mundo arder!

—¿En verdad?

Fue ahí cuando se dieron cuenta que alguien más había llegado, ambos observaron que se trataba de 1146. Se notaba que había corrido mucho y es que estaba agitado.

—Sekkekkyuu... —con cansancio nombró a aquella eritrocito. —Yo tengo algo muy importante que decirte.

—¿Hakkekkyu-san? —cuestionó confundida.

De inmediato, el leucocito más joven sintió que su presencia se había convertido en un estorbo en ese momento, sabía que debía irse para que ellos trataran sus asuntos románticos... A donde él no pertenecía.

Se levantó rápidamente atrayendo la atención de los otros dos: —¡Olvidé que tenía algo que hacer!

—¿'89-kun? —extrañada nombró la pelirroja.

—Lo siento, AE-chan. —se acercó a la mujer y tomó sus manos. —Así están mejor las cosas.

—4989... —el de blanco más alto no sabía qué decir y supuso que guardar silencio era lo mejor.

—¡Bueno! —4989 sonrió ampliamente, si AE-chan estaría feliz, no le importaba no estar ahí. —Me retiro, ¡Nos vemos después! —siendo de esa forma, el Leucocito más joven salió de ahí... Derrotado pero con dignidad o al menos eso creía él.

—¿Qué le pasa? —le preguntó al de blanco con peinado de emo.

—No es nada. —dijo cortante 1146, sabía perfectamente lo que le ocurría a su compañero. —Dejando eso de lado, Sekkekkyuu... ¿Estás bien?

—Solo es un rasguño. —se rascó la nuca algo nerviosa. —Nada de qué preocuparse.

—Yo debí estar ahí para protegerte, no cumplí de forma adecuada mi trabajo. —comentó triste. —Después de todo mi deber es proteger a las células de este cuerpo de cosas malas.

—Hakkekkyu-san, entiendo lo que quieres decir pero... —se puso de pie y se acercó al de blanco para sostener sus manos para reconfortarlo. —No puedes estar en todos lados y tu eres la célula más genial y trabajadora que he conocido. —lo miró con unos ojos brillantes e inocentes.

Tragó saliva, tenía razón, ya no tenía que lamentarse por el pasado sino preocuparse por el futuro y por supuesto, de vivir su presente.

Apretó las manos de la pelirroja con firmeza y se dispuso a hablar: —Sekkekkyuu, tengo algo muy importante que decirte.

—Hakkekkyu-san...

—Debí haberte dicho esto desde hace mucho tiempo pero por mis tonterías nunca dije nada, y me di cuenta que tenía miedo a perderte hasta hace poco. —su voz sonaba con total sinceridad.

—... —AE solo se estaba poniendo nerviosa “¿Qué está diciendo?”

—Lo que quiero decir, Sekkekkyuu, es que estoy enamorado de ti... —se comenzó a poner rojo y lo peor de todo es que se le notaba demasiado.

De esa misma forma, aquellas palabras también provocaron que la eritrocito se tornará más roja que su vestimenta. —Yo...

—No era mi idea decírtelo de esta forma. —el de blanco abrió sus ojos con sorpresa. —¡Cierto! ¡Los chocolates! —buscó entre su ropa y para su amarga experiencia, no los traía ya que los había olvidado en la mesa del cuartel. —No los traigo...

Por su parte, AE solo se limitó a reír, estaba nerviosa sí, pero se le hacía tierno ver a 1146 buscando con torpeza entre su ropa.

—Yo también. —dijo.

1146 se detuvo al instante al escuchar a la pelirroja. —Sekkekkyuu, eso quiere decir que tú...

—De hecho, también es una larga historia pero tampoco quiero vivir teniendo miedo a que me ocurra algo y jamás haberte dicho lo que siento por ti o en peor de los casos, que algo te pase a ti. —habló segura de sí misma. —¡Me gustas, Hakkekkyu-san!

Y antes de cualquier otra cosa, 1146 abrazó a AE como si no hubiera un mañana.

Ara, ara. —Con una mano en su mejilla y con una sonrisa, la macrófago exclamó. —El amor en los jóvenes de hoy en día es maravilloso.

—¡Señorita Macrófago! —gritaron al unísono.

Después de eso, tanto la eritrocito como el leucocito se vieron a los ojos y se sonrieron, todo había terminado bien para ellos.

—Te invito a comer, Sekkekkyuu. —con una voz suave, 1146 mencionó.

—Me gusta la idea, Hakkekkyu-san. —respondió AE  encantada de la invitación.

—Se me cuidan mis niños. —finalizó feliz la macrófago.

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