Prólogo.

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Los personajes y hechos retratados en esta obra literaria son completamente ficticios. Cualquier parecido con personas verdaderas, vivas o muertas, o con hechos reales es pura coincidencia.






En mi cabeza sólo cabía un nombre: Marcos.

Llevaba colada por él por lo menos un año y ahora que lo tenía, que era mío y que podía disfrutar de él nada ni nadie podría quitármelo.

Ese era el único pensamiento que tenía hace ya un año, en mayo de 2014.

Marcos era el chico perfecto para cualquier chica: pelo negro, ojos verdes, deportista, "simpático", buen estudiante.. Y aunque ahora no me guste hablar de él ni admitirlo, le llevaba debajo de la piel. Al principio todo era muy bonito: constantes "te quiero", besos, fines de semana preciosos y visitas inesperadas. Pero todo eso no duró ni un mes. Nunca se esforzó en seguir con el guión del gran papelazo que estaba haciendo.

Después de tanto tiempo queriéndole yo sólo podía pensar que si algún día alguien me lo quitaba no iba a poder seguir viviendo, que si en tan sólo un mes me había dado y cambiado tanto jamás podría volver a ser la misma persona si él no estaba. Pero se fue. Se marchó y se llevo consigo las esperanzas que me había dado, todos y cada uno de los momentos que habíamos pasado juntos, aunque fuesen pocos, sus falsas promesas y sus falsos "te quiero".

Y acabó siendo cierto eso de que un clavo saca otro clavo.

Conocí a Logan cuando todavía Marcos era la persona más importante en mi vida. No sé qué decir de él...Nunca me salen las palabras cuando intento describir lo que él hizo por mí, lo muchísimo que luchó y lo injusta que fui con él. Pero en mi defensa diré que Marcos me tenía cegada, que era demasiado niña y que, por suerte, ahora que he madurado (todo lo que se puede madurar en un año) y que ya no soy la niña que era por aquel entonces puedo darme cuenta de quién de los dos de verdad merecía la pena. Eran como el agua y el aceite, igual que yo con cada uno de ellos. Pero no es justo que los compare, porque uno de ellos no le llega ni a la suela del zapato al otro.

Mi intención no es hablar sobre Marcos, eso ya lo hice en su día. Tampoco quiero contar cómo me metió en la mierda y me fue destruyendo poco a poco. Lo que necesito es que el mundo se entere de que hay una persona suelta por ahí a la que debo el verano y la mitad del mejor año de mi vida, el sacarme todo lo malo que se iba poco a poco metiendo dentro de mí otra vez y el que me devolvió la confianza en mí misma, las ganas de vivir y, sobre todo, el que me hizo ver que la vida son dos días, que hay que disfrutarla y que no merece la pena darle importancia a quien no te la da a ti. No podría añadir nada más, sólo quiero decir que después de él, del que verdaderamente me cambió, sólo quedan ruinas de la persona que un día fui.


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