Capítulo 15 Parte 2

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Julia dio un portazo, alertando a medio hospital de su llegada; adoraba las entradas dramáticas. Llevaba un globo gigante con un dibujo de zombi que ató en el picaporte antes de correr a abrazarme. 

—En serio, ¿un zombi? —pregunté incrédula.

—Regresaste de la muerte. Eso te convierte en uno.

Reí a carcajadas. Mi amiga no se imaginaba cuánto había extrañado su falta de sentido común.

—Toma las cosas con calma, Julia. Ana aún está débil.

—Sí, mamá Clara. Despacito, no queremos dañar a nuestra zombi.

Mi mamá me dio un beso en la mejilla, feliz. 

—Las dejaré a solas chicas. Voy a ver por qué Félix se está tardando tanto.

Julia esperó a que saliera para dedicarme una mirada acusadora.

—¿Qué sucedió en el lago? Casi mueres, idiota.

—Me distraje alimentando a los peces. No me di cuenta del tiempo hasta que el sol se ocultó. Intenté regresar a casa de inmediato, pero los tablones cedieron bajo mi peso y caí al agua aturdida. Lo siguiente que ocurrió, debes saberlo mejor que yo.

Tragué saliva, recordando esos últimos momentos en los que luché desesperadamente por salir a la superficie.

—Ten más cuidado, o la próxima vez..., te mataré yo —amenazó ella con voz seria.

No pude evitar reírme de las ocurrencias de mi amiga. Julia podía parecer tierna con el uniforme de marinera y por la forma de peinar su cabello negro en dos coletas, sin embargo, bajo toda esa dulzura, guardaba un carácter imprevisible.

—¿Puedo pasar? —preguntó Alex desde la puerta. Llevaba un ramo de rosas blancas atadas con una cinta negra. El gesto me erizó la piel.

—Sin las flores, por favor.

—¿Pasa algo? —preguntó Julia.

—No, solo... no quiero flores. Me traen malos recuerdos.

—Perdóname, Ana. Iré a deshacerme de ellas, vuelvo enseguida.

—Gracias —le sonreí con amabilidad. Alex no tenía la culpa de mi antofobia*.

—¿Estás bien?

—Sí, solo estoy algo cansada —fingí un bostezo.

—¿Quieres que nos vayamos?

—No es necesario.

Suspiré de alivio al ver a Alex regresar sin las manos ocupadas. Llevaba una chaqueta de cuero combinada con unos jeans azules y botas altas. Sonreí, Alex parecía no conocer los tenis.

—¿Pasó algo entre ustedes antes del accidente? —preguntó Julia en voz baja al ver cómo lo miraba fijamente. 

—No.

Cerré los ojos por un momento. ¿Y si les contaba la verdad? ¿Me creerían? La verdad, si alguien me contara algo así, sería la primera en negarlo. Antes de venir a Los Álamos, no creía en fantasmas vengativos, brujas ni maldiciones. 

—Me preocupé bastante, Ana. Cuando Julia me contó lo sucedido, yo... —. Bajó la mirada, apenado—. La próxima vez, llámanos. No es seguro que andes sola por lugares desiertos.

—Estamos aquí para ti —añadió Julia, confirmando sus palabras—. Fin de la visita, dejemos descansar a nuestra amiga. Ha sido un día lleno de emociones.

Julia agarró a Alex del brazo y lo sacó de la habitación arrastrándolo, ignorando sus protestas. Mis padres llegaron minutos después con una bandeja de comida "saludable". Haciendo muecas de disgusto, devoré el contenido. Una sensación de tranquilidad me invadió y, a pesar de mis esfuerzos, me rendí ante Morfeo.

Un ruido en la habitación me despertó bruscamente. La tenue luz que entraba por la ventana y mi visión borrosa no ayudaron a distinguir la figura junto al soporte del suero.

—¿Mamá, papá? —pregunté asustada. Estiré la mano hacia la mesita de mi izquierda, buscando mis gafas—. ¿Quién eres? —grité. 

La sombra maldijo y con pasos apresurados se dirigió a la puerta. Intenté identificarlo, pero solo alcancé a ver el abrigo de color oscuro y el gorro de nieve en su cabeza.

Mi madre encendió la luz de la habitación. Tenía el cabello mojado y llevaba un conjunto ropa nuevo. Al ver la puerta abierta, agarró la bandeja como arma y corrió hacia mi lado.

—Vi a alguien —tartamudeé—. Estaba haciéndole algo con la bolsa y...

Arranqué la aguja de inmediato. El acto me provocó una punzada de dolor, la ignoré. Mi mente estaba concentrada en la jeringa clavada en el suero. Los gritos de mi madre se extendieron al darse cuenta. Habían intentado asesinarme, por segunda ocasión.  

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Antofobia*: Miedo intenso e irracional a las flores. (Y no es para menos con todo lo que ha pasado nuestra protagonista) Si te va gustando la historia, no olvides apoyarme con tus votos, comentarios y compartiendo. ¡Gracias por leer!

Del otro lado del lago(EN FÍSICO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora