Capítulo 4

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capitulo 4

*Dias despues*

*En un restaurante de la ciudad*

Era el cumpleaños de un amigo de la familia. Nos había invitado a toda la familia, pero a los muchachos no les apetecía venir. Digamos que el cumpleañero no les caía muy bien. A nosotros tampoco, pero teníamos que ir. Lo único bueno era que estaríamos con un matrimonio al que apreciábamos y apreciamos mucho. 

En ellos me vieron a mí y a Inés dentro de unos cuantos años. 

Las mujeres estaban ya en la mesa, hablando, mientras que los hombres nos habíamos entretenido con otras personas. Pero como a mí me apetecía estar con mi mujer, fui a sentarme a la mesa junto a ella.

XX: ¿Y cómo están tus nietos, Inés? (escuché que decían mientras me sentaba al lado de Inés y le besaba las manos). 

IN: Muy bien. Creciendo a pasos acelerados, ¿verdad, mi amor?

VIC: Sí, están creciendo muy rápido. 

XX: Pero están guapísimos. Vimos fotos del cumpleaños de la mayor.

IN: Sí, esos niños están guapísimos y no porque sean mis nietos. 

XX2: Da mucho gusto tener niños pequeños en casa, ¿verdad?

VIC: Mucho, los niños le dan alegría a las casas. Y los nuestros todavía más. 

A nuestro lado habían dos sillas vacías. Ya nosotros sabíamos quiénes las ocuparían, y éstas personas no tardaron el llegar. 

Saludaron a los otros matrimonios que había y después a nosotros, pero más cariñosos que con los demás. 

IN: ¿Cómo están? (dijo después de darles un beso y un abrazo y de sentarnos otra vez). 

D.ANG: Muy bien, ¿y vosotros? 

VIC: Muy bien, también. 

D.ANT: Muchacho, acompáñame unos minutos (me dijo).

VIC: Claro que sí, Don Antonio. Morenita, enseguida vuelvo (y la besé antes de levantarme).

IN: Sí, mi amor. 

Don Antonio y yo nos acercamos a otra mesa, donde estaban los hombres que formaban el grupo que hacíamos siempre que había algún acontecimiento como el de este día.

Y como siempre, nos pusimos a hablar de negocios, de las empresas que tenía cada uno, si iban bien, si podrían ir mejor...

Después de unos minutos hablando, nos comentaron que la cena no tardaría en ser servida, así que decidimos ir a sentarnos cada uno a su sitio. 

D.ANG: ¿Cuántas veces te tengo que repetir que no me llames doña Ángeles, Inés? (escuché mientras Don Antonio y yo nos acercábamos a nuestra mesa). 

IN: Se me hace complicado hablarle de tú. Pero cuénteme, ¿cómo están sus nietos? ¿Qué tal Sara en el intercambio? (ya estaba sentado y cogí una mano de Inés).

D.ANG: Ya estamos otra vez, me voy a enfadar al final, Inés. ¿Cuántas veces le he dicho que no me trate de usted? (me dijo).

VIC: Demasiadas.

D.ANG: Y ahí sigue ella.

D.ANT: Querida, deja a los jóvenes tranquilos. 

VIC: Gracias por el halago, Don Antonio, ojalá fuera verdad.

D.ANT: ¿Qué dices hijo? Vosotros sois jóvenes todavía. Tenéis mucha vida por delante.

VIC: Una vida maravillosa junto a mi maravillosa mujer, ¿qué le parece la vida que me queda? (Le besé las manos a Inés). 

Felices; Años DespuésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora