Epílogo

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EPÍLOGO

Y te elegiría a ti; en cien vidas, en cien mundos, en cualquier versión de la realidad, te encontraría y te elegiría.”

Llevábamos ya quinze años casados.

Quinze.

En estos quinze años he aprendido muchísimas cosas al lado de Inés.

He aprendido lo que es amar de verdad.

He aprendido lo que es tener a la mujer de tu vida a tu lado.

He aprendido lo que es despertar y verla siempre a mi lado.

He aprendido lo que es tener una gran, gran familia. Cuidarnos, respetarnos, apoyarnos, querernos, disfrutarnos.

He aprendido que lo más importante es tener salud para poder vivir muchos más años al lado de todos ellos, pero sobretodo de ella. De Inés. De mi mujer. De mi esposa. Del amor de mi vida.

De mi morenita.

Estábamos viviendo la vida que siempre habíamos soñado. Llena de hijos de muchos nietos, de mucho amor, de mucha felicidad....

Inés y yo cada vez éramos más felices, si es que podíamos. Los hijos para nosotros siempre han sido, son y serán muy importantes, y hubiera querido tener muchos con mi morenita, pero no pudimos.

A pesar de esto, nuestros hijos estaban haciendo lo que nosotros siempre habíamos soñado, estaban llenando el jardín de la Hacienda de niños y a Inés y a mi nos encantaba.

Los niños son alegría para las casas, para las familias. Y para nosotros, quienes vivíamos enamorados de cada uno de nuestros nietos, que no eran pocos. Es más, la Hacienda se volvía pequeña cuando llegaban todos.

Pero la alegría que teníamos Inés y yo al estar todos juntos no la cambiábamos por nada.

Un día, uno de nuestros nietos pequeños nos preguntaró a ella y a mi cómo nos enamoramos.

Les contamos nuestra historia, omitiendo algunas cosas. Pero lo que sí estuvo intacto fue que siempre nos habíamos amado, y que siempre lo haremos.

Estaré eternamente agradecido con la vida por darme la dicha de ser su esposo, por poder despertarme cada día a su lado, por tener la suerte de tenerla a ella como mujer.

Con ella era todo paz, todo tranquilidad. Sin prisas. Disfrutando del momento. Era tan bonito vivir con ella, amarla, desearla...

Los quinze años que llevamos juntos han sido los mejores de mi vida. A veces, todavía, me parece increíble que estemos juntos después de tantos años separados.

Pero era, es y será mi realidad, mi perfecta y bonita realidad. Lo que yo realmente quería.

Mi amor por ella no ha parado de crecer. No sé cómo me cabe todo lo que siento por ella en mi cuerpo y en mi alma. Y siento que todavía eso crecerá y crecerá y seguirá creciendo hasta el fin de nuestros días.

Ésta es nuestra historia, pero aquí no termina. Sólo termina para vosotros, lectores, porque yo seguiré viviendo muchos años más junto a ella. Junto con la mujer que me alegra los días y las noches. Junto con mi vida entera. Junto al amor de mi vida... 

Pero uno siempre puede volver, ¿verdad?

“¿Qué si te amo? Dios mío, si tu amor fuera un grano de arena, el mío sería un universo de playas.”

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No tenía ideas y esto ha salido. Tampoco quería tardar más en escribirlo.

¿Os suena algo? Leed el prólogo.

¡¡Gracias por leer la historia y por todo el apoyo!!

¡Nos vemos en la próxima!

Felices; Años DespuésDonde viven las historias. Descúbrelo ahora