𒆜 CAPÍTULO I

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Ada.

La mayoría de los días, me encanta lo que hago en el trabajo. Por lo general, paso muchas horas escribiendo para la editorial, lo que me permite distraerme un poco más del pasado. Sin embargo, a veces me encuentro distraída e invadida por pensamientos de aquella oscura noche en que me casé, y las migrañas vuelven de forma tormentosa. No es fácil. Es algo con lo que he estado lidiando durante tres años. No quiero ni siquiera pensar en cuál fue la causa, porque al hacerlo siento un cosquilleo frío que recorre toda mi piel.

Incluso me había convencido a mí misma, por pura compasión hacia mí, de que todo era parte de mi destino. Sé que desde aquella mañana mi vida dio un giro irreversible. Sin embargo, hay cosas que no se pueden controlar, aunque la voluntad sea la fuerza motriz para olvidar. Pero, de la nada, miles de preguntas flotaron en mi cabeza. Él siempre venía a mis pensamientos. Kim Taehyung, el hombre que apenas conocía, me dejó un vacío enorme después de unas pocas horas de casarnos.

Lo recuerdo vívidamente. Tiene impresionantes rasgos asiáticos, a diferencia de mí, que tengo rasgos de mi madre de nacionalidad estadounidense. Cuando estábamos juntos, se notaba lo diferentes que éramos en fisonomía. Lo conocí en un momento de mi vida en que no esperaba nada. Admito que no era una persona entusiasta del amor y mucho menos me consideraba hermosa como para atraer a alguien como él. No era popular en esos días, ni en ningún otro. Sin embargo, mis padres siempre me decían que la belleza o el dinero no son todo lo que nos representa, sino la bondad y generosidad hacia nuestros semejantes, es lo que vale por encima de cualquier cosa material. Pero, a decir verdad, no estaba ni cerca de serlo. Sabía que tenía que trabajar duro para lograrlo.

Ahora que lo pienso, es probable que Taehyung haya tenido muchas relaciones románticas después de mí. Nunca me detuve a pensar por qué me había escogido para formar un futuro juntos. Aunque ahora eso ya no existe.

Me duele mucho lo ingenua que fui. ¿Cómo no vi venir lo que sucedió? Tenía veintidós años cuando me propuso matrimonio, después de solo seis meses de conocernos. En mi defensa, puedo decir que nunca sospeché nada extraño. Me transmitía confianza, seguridad y, sobre todo, al mirarlo a los ojos, podía jurar que lo conocía de toda la vida. Sabía lo que pensaba, sus gustos y disgustos, de dónde venía, a qué se dedicaba y qué estaba dispuesto a sacrificar por el bienestar de sus seres queridos. Eso fue suficiente para decir que sí a su propuesta de matrimonio. Sin duda, era perfecto y poseía las cualidades soñadas de cualquier joven.

Solo había una cosa que me molestaba. Tenía la costumbre de no hablar en detalle de su familia y algunas de sus respuestas no eran del todo claras. Era bastante reservado. Pensaba que era algo que podía manejar y que con el tiempo se abriría más.

Qué equivocada estaba.

— Y bien, ¿Qué te parece si lo hacemos en dos meses? —espetó Carson, la secretaria del director general de la editorial, el señor Christopher Warren.

— Es poco tiempo, necesito un poco más que dos meses. —me incliné en la silla incómoda ante la propuesta. Si hay algo que me delata cuando algo no me gusta, es que me muevo inconscientemente debido a los nervios.

— El director Warren confía en que puedes hacerlo en ese tiempo y por eso quiere una bilogía del primer libro, pero con la condición de que escribas en primera persona.

— Por eso mismo necesito tiempo; es mucho más complejo y tengo que hacer un esquema bien construido para no perder la esencia del primer libro. —intenté convencerla.

Juramento de Amor.  © | Reescribiendo ✔ |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora