𒆜 CAPÍTULO V

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Los días pasaron de tal manera que ambos dejaron de dirigirse la palabra cuando compartían el mismo espacio. La discusión en el campo de las rosas no había limado ninguna aspereza, y Taehyung se mantuvo al margen, ya que se había vuelto una persona retraída desde su convocatoria obligatoria al servicio militar.

Lo que le resultaba difícil era desahogarse con Ada sobre lo que había vivido, porque a los seis meses de su servicio fue enviado como refuerzo a la base de Irak en los yacimientos de petróleo de Siria, donde una organización terrorista intentaba ocupar las bases para ganar su dominio.

Las consecuencias de ser un extranjero apoyando a otro país en guerra fueron catastróficas para su salud mental y emocional durante el conflicto. Por las noches le era imposible dormir, porque revivía escenas que parecían reales, incluso despertaba en medio del sueño sintiéndose perdido, lo cual le causaba miedo.

Los médicos fueron contundentes cuando le dieron la noticia de que padecía un trastorno de estrés postraumático, causado por haber enfrentado peligros mortales en aquel lugar, temiendo morir por un disparo, una bomba o ataques suicidas. Desafortunadamente, la experiencia marcó su carácter, pero la lucha mental le permitió sobrevivir con la esperanza de reencontrarse con su esposa; a quien consideraba, en el fondo de su oscuro corazón, su hogar.

Taehyung, después de deambular por la casa en la noche, regresó a la cama casi al amanecer para intentar conciliar el sueño. Pero en ese breve lapso sintió a Ada moverse y salir de la cama. Sin abrir los ojos, escuchó sus movimientos por la habitación; luego el sonido llegó desde el baño, cuando el agua del grifo corría en abundancia. Mientras ella estaba ocupada, él se levantó con la luz del sol que se colaba entre las cortinas. Aún era temprano, pero en la isla era muy común ver la claridad a las cinco de la mañana.

Bajó las escaleras para preparar el desayuno, tenía planes de ir al campo y trabajar en los viveros que tenían algunas flores para exportar al laboratorio, además de preparar algunas tierras para cultivar nuevas semillas traídas desde Francia.

Bostezó, al tiempo que llenaba el agua de la cafetera para preparar su café exprés, típico de sus sábados.

— Hola michí ¿Cómo entraste? —la escuchó hablar detrás de él. —¿Entraste por la ventana? Debes salir. —dijo cuando recibía un maullido como respuesta. — No puedes entrar en la casa. —sonrió al escucharla, al parecer su esposa tenía más empatía con un felino, que con él. —¿Dónde estará tu dueño? No tienes un collar para saber la dirección para devolverte. —mencionó mientras le daba una caricia en su cabeza al gatito de color mestizo y de ojos azules.

— ¿Qué sucede? —preguntó Taehyung, sentándose en la silla del desayunador, temiendo que ella lo ignorara.

— Hay un gato, parece que entró por algún lado a la casa mientras dormíamos. —respondió sorprendentemente.

— Debe ser Bono, es mi gato. —le contó.

— ¿Es tu gato? No sabía que tenías uno. —dice poniéndose erguida y caminando en su dirección.

— Apareció hace mucho, y se quedó conmigo desde que le di de comer. —le comenta sin despegar la mirada de aquella mujer que vestida en su pijama blanca traslúcida, se veía tan hermosa.

— ¿Dormiste bien? —le pregunta sentándose frente a él, sus pestañas largas desplegaba en un abrir y cerrar de ojos con curiosidad.

— Lo intenté, pero no pude. No quiero tomar medicamentos para dormir, entonces bajó a la sala y me ejercito hasta el cansancio. —respondió con gusto, no por el hecho si no por la conversación en sí con ella.

Juramento de Amor.  © | Reescribiendo ✔ |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora