Región de Yunmeng.
Había decidido tomar una siesta desde lo alto de un árbol después de comer lo que había cazado, todavía estaba a mitad de camino para llegar a la siguiente ciudad donde esperaba conseguir algún trabajo temporal. Era un nómada sin clan o familia, no porque le gustara serlo sino porque no tenía elección.
"Nunca confíes en nadie... te encerrarán y quitarán tu humanidad si llegan a enterarse de lo que eres..."
Las palabras de su padre estaban presentes en su mente en todo momento, mientras crecía siempre estuvieron en movimiento, nunca quedándose más de tres meses en un mismo lugar, era la única forma de vida que conocía. Así que cuando finalmente se quedó sólo no vio motivo de cambiar o establecerse.
Alejando esos pensamientos buscó una rama ancha para recostarse y se dispuso a dormir cuando unos pasos llamaron su atención, no había visto un alma en kilómetros porque no era un camino muy utilizado y justo cuando pensaba en descansar se topaba con alguien.
- Vaya suerte - Odiaba ser tan curioso - Veamos quién viene por este desolado camino.
Bajó del árbol para ver con claridad quién se acercaba y pudo ver a una hermosa mujer la cual venía caminando por el sendero, la luz de la mañana se filtraba por las ramas de los árboles que comenzaban a teñirse de los tonos del otoño y hacían brillar su largo cabello negro.
No llevaba más que una bolsa de viaje liviana y su espada, a todas vistas era una cultivadora aunque su atuendo no le identificaba con ningún clan en particular por lo que debería ser de esos que no respondían a ninguno y vivían bajo su propio código de justicia.
- ¿Quién eres hermosa guerrera? - Susurró.
Se sorprendió por la inmediata atracción que sintió por la joven, normalmente sólo se alejaría pero con ella no pudo simplemente dar la espalda. Iba a presentarse cuando escuchó pasos provenientes del otro lado del camino, eran mercenarios, al menos dos docenas de ellos, los cuales rodearon a la cultivadora con sus espadas listas para atacarla, pero ella no parecía para nada perturbada por la emboscada.
- ¡Devuelve el dinero!
- Tu amo me pagó por el trabajo hecho... ¿Ahora se echa para atrás?
- Una mujer no debería cobrar esa cantidad de dinero... tu lugar no es la espada sino la cocina y darle hijos a un hombre.
¿Ese hombre hablaba en serio? ¿Qué clase de imbécil era?
Con sólo verla supo que esa mujer era alguien con grandes habilidades, esos sujetos no tenían idea de lo que estaban a punto de desatar, casi sintió lástima por ellos. Eran hombres comunes, sus habilidades no eran para nada comparables con las de un cultivador experimentado, hasta un novato podría contra esos simples criminales.
- Si se van ahora no les haré nada - Intentó dar un paso pero una espada se acercó a su cuello - Yo no haría eso si fuera tú.
Sonrió al ver como fácilmente sacaba su espada y alejaba la del mercenario, se quedó un rato viéndola pelear. Pero esos hombres no jugaban limpio y en un momento tiraron una especie de polvo cegador así que saltando al combate sacó su Dizi y bloqueó la espada que estuvo a punto de golpear a la cultivadora por al espalda.
- Esos movimientos son muy sucios.
- ¿Quién demonios eres tú?
- Es curioso que me llames... demonio.
Casi se rió ante sus caras y tocando su instrumento un fuerte viento comenzó a soplar, las energías que le rodearon disiparon el polvo. Esos trucos no le afectaban en nada pero para una humana común eran muy irritantes.
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LA JOYA DEL JADE
FantasyLo único que necesito es que me ames como yo te amo Pero no puedes ordenarle a tu corazón Y si no estás dispuesto a abrir el tuyo y dejarme entrar No hay nada que puedas hacer para salvarme Lan Wanji del Clan Gusu Lan es invitado a una competencia a...