CAPÍTULO 27. Odio sin Perdón

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Región de Lanling. Torre de la Carpa Dorada.

Al despertar lo primero que vio al abrir los ojos fue a Wei Wing tranquilamente descansando a su lado, su largo y hermoso cabello estaba desparramado por toda la almohada, acostado de lado con los brazos flexionados y las manos cerca de su rostro le hacían ver adorable.

La noche anterior antes de dormirse había vuelto a vestir al ojiplata y luego de ponerse su propia túnica volvió a la cama para dormirse también. Ahora a la luz del día podía verlo con todo detalle, su rostro apacible y sus mejillas sonrosadas.

Era una vista hermosa de la que jamás se cansaría.

Pero un detalle llamó su atención, las muñecas de Wei Ying estaban rojizas, las marcadas de atadura causadas por la cinta se veían dolorosas. Se sintió mal por haber actuado de una manera tan ruda la noche anterior, estaba avergonzado de sí mismo por perder el control de esa manera y haber lastimado a su compañero aunque fuese en un acto consensuado.

¿Qué lo hacía diferente a los dos monstruos anteriores que lo lastimaron intentando obtener lo que él había tomado la noche anterior?

No le había forzado, pero en vez de convertir esa noche en algo hermoso y especial, había perdido el control y actuado como un animal.

Ese pensamiento le molestó a tal punto que sintió que no podía estar en la cama por más tiempo. Se puso de pie y entró al baño para preparar la tina y de paso colocar sales medicinales para tratar las heridas que había causado porque seguramente estaría adolorido al despertar, además tenía que pensar en una disculpa por la rudeza con la que había actuado.

Cuando todo estuvo listo salió para ver si Wei Ying estaba despierto y le encontró ya sentado en la cama, al hacer contacto visual pudo ver las mejillas de este ponerse rojas para luego bajar la mirada.

Sin decir nada se acercó al baúl donde estaban sus ropas y se puso a seleccionar la que usaría ese día, evitando hacer contacto visual con Wei Ying, no quería ver la reacción que tendría cuando viera sus muñecas.

Y seguía sin tener idea de cómo disculparse.

Lan Zhan: El baño está listo... puedes ir primero.

No escuchó ni una palabra, sólo escuchó el movimiento de la tela y los pasos de los pies desnudos sobre la madera, la figura pasó a su lado y pensó que iría hacia el cuarto de baño pero no pudo evitar tensarse un poco cuando en vez de escuchar la puerta cerrarse sintió los brazos del otro rodearle por la cintura.

Wei Ying: ¿Por qué no me miras Lan Zhan? - Sintió que apoyaba la frente en su espalda. Esperó su respuesta pero al quedarse callado siguió hablándole - ¿Te arrepientes de lo que pasó anoche?

Eso le hizo reaccionar, no el gustó el tono triste que manchaba sus palabras y se giró para abrazarlo fuertemente, sin importar cómo se sintiera no podía permitir que Wei Ying pensara cosas que no eran verdad, así que hablándole suavemente al oído trató de calmar y alejar esa tristeza.

Lan Zhan: Nunca - Besa su cuello - Nunca pienses eso.

Wei Ying: Entonces... ¿Por qué?

Lan Zhan: Anoche era una noche especial - Se aleja del abrazo y le toma de las manos para que vea sus marcas - Pero actué de una manera imperdonable... me sobrepasé y te hice daño.

Wei Ying vio las marcas y luego le miró a él, segundos que fueron largos hasta que este simplemente sonrió soltándose y colocando las palmas en sus mejillas lo acercó para darle un beso.

Lan Zhan: Wei Ying.

Wei Ying: No - Le rodea el cuello con los brazos - Que perdieras el control y me amaras de esa manera tan intensa - Sus mejillas enrojecieron - Era justo lo que necesitaba.

LA JOYA DEL JADEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora