Era viernes y Eric estaba contento. Parecía que lo de hacerse amigo de aquella extraña chica estaba
resultando mucho más fácil de lo que había imaginado.
Cuando el director Phillips le había pedido el día anterior que recibiese a la nueva alumna, Eric había
resoplado, al menos en su interior. No le hacían mucha gracia los nuevos alumnos; al fin y al cabo, tarde o
temprano terminarían metiéndose con él, como el resto. En general, a Eric le daban bastante pereza los
desconocidos. Eso sí, al director Phillips le había puesto su mejor sonrisa y le había asegurado que lo haría
encantado.
Al llegar a casa Eric había buscado información sobre Amanda Black y lo que había encontrado le había
despertado mucha curiosidad. Tenían bastante en común: eran de la misma edad, a partir del día siguiente irían
al mismo instituto y, además, ambos contaban en su currículum con padres desaparecidos. Rastreando en
distintos portales de noticias, Eric había averiguado que los cuerpos de los padres de Amanda nunca habían
aparecido y que ella se había criado con una tía abuela.
«Qué fuerte -pensó Eric al descubrirlo-, tiene que haberlo pasado muy mal.»
Pero había algo en ese apellido que le sonaba. Black. Creía haber visto ese apellido antes. Y creía saber
dónde. Eric salió de su habitación y se dirigió al desván. A su escondite secreto... O más bien al escondite
secreto de su padre. A los pocos días de desaparecer su padre durante una misión -o eso les dijeron a Eric y
a su madre-, un grupo de agentes de la agencia gubernamental en la que trabajaba se presentaron en su casa.
Su madre les dio permiso para llevarse el ordenador y los documentos de su despacho. Los agentes
esgrimieron como excusa que, tal vez, buscando entre sus archivos, pudiesen encontrar alguna pista sobre su
paradero. Nunca le encontraron, y él nunca volvió a ponerse en contacto con su mujer y su hijo. Eric no quería
pensar que estuviese muerto, pero todo indicaba que así era, de lo contrario habría hecho saber a su familia
que seguía con vida. Algo tenía que haber ido fatal en aquella misión secreta; sin embargo, ni aquellos agentes
ni su madre sabían que su padre tenía otro ordenador: un portátil que escondía en una falsa pared del desván.
Eric lo sabía porque lo había descubierto hacía muchos años, un día que sus juegos le llevaron a la buhardilla
de la casa. Desde la desaparición Eric había buscado pistas en aquel portátil más de una vez, pero no había
encontrado nunca nada.
Hasta, tal vez, ahora.
Sacó el ordenador de su escondite, lo encendió -dar con la clave no había sido tan difícil- y tecleó en el
buscador la palabra «Black». Pocos segundos después la búsqueda le devolvió los resultados: un solo
documento. Se trataba de un viejo recorte de periódico que su padre había escaneado. El artículo estaba
ilustrado por una fotografía en la que aparecía su padre con una pareja. En el pie de foto se veía el nombre de
su padre y el de los señores Black. Los padres de la chica nueva.
«Qué fuerte -volvió a pensar Eric mientras se rascaba la cabeza de manera inconsciente-. Sus padres y el mío se conocían.»
Si los padres de ella habían desaparecido y su padre también, lo mismo merecía la pena hacerse amigo de la
nueva, podría saber algo que le ayudase a dar con su padre. Eric quería saber qué le había pasado, si seguía vivo
o no, era lo que más deseaba en el mundo. Veía cómo su madre, en ocasiones, se quedaba con la mirada perdida
y sabía que, en esos momentos, estaba pensando en él. Se querían muchísimo. Necesitaban saber qué había sido
de él.
Y en eso estaba Eric, si bien tenía que reconocer que Amanda le había sorprendido. Y para bien. Le había
gustado acompañarla y enseñarle el instituto y, durante la comida, le había contado cosas que nunca le había
contado a nadie. Era fácil hablar con ella y aquél había sido uno de los mejores días que había tenido desde que había comenzado el curso.
El ruido de sus compañeros recogiendo sus cosas sacó al chico de sus pensamientos, ni siquiera había oído
el timbre. Tenía que darse prisa si quería encontrarse con Amanda a la salida de su aula.
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Amanda Black una herencia peligrosa
PertualanganEl día en que Amanda Black cumple trece años recibe una carta misteriosa que cambia su vida. Y de qué manera. De vivir casi en la miseria, ella y su tía Paula pasan a mudarse a una mansión gigantesca y laberíntica que ha pertenecido a la familia Bla...