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-¡Aquí está! ¡Página cincuenta y dos! -exclamé pasando las hojas del manual a toda
velocidad-. Mapeo de zonas desconocidas.
Comencé a leer las instrucciones, pero enseguida desistí. Era como leer algo en un idioma
extranjero. Le pasé el cuadernillo a Eric sin decir nada más. Él lo entendió a la primera.
-Vale, trae, deja que lo lea... Y dame el reloj. -Me lo quité de la muñeca y se lo pasé. Él
continuó leyendo-. Ajá, aquí está... Tengo que apretar esto y esto... -Siguió leyendo el manual
con gesto de concentración y apretando botones en mi reloj-. Ahora hay que configurar esto... Y...
esto otro. -Continuó así un par de minutos para después devolverme el reloj con una sonrisa de
satisfacción-. Una vez hecho el mapa, tendrás que conectar el reloj al ordenador y descargarlo.
-¿Ya está? -Me sentó un poco mal que tardase tan poco tiempo en hacer algo que yo no había
sabido hacer.
-No hay máquina que se me resista. Ya te he dicho antes que soy muy bueno con la tecnología.
Y cuando digo muy bueno, quiero decir muy muy bueno.
-Vale, ya lo pillo, ¿vamos?
-Espera, deberíamos coger tizas o un rotulador... Y pilas para las linternas. Mi móvil está ya
casi sin batería.
Nos hicimos con todo lo necesario, y nos dirigimos de nuevo al desván.
-Vale, ¿qué hago para que esto empiece a hacer el mapa? -pregunté a Eric antes de entrar en
el pasadizo.
-Aprieta aquí y aquí. A la vez -dijo señalando dos botones.
Los pulsé. Encendimos las linternas de los móviles y nos adentramos en las entrañas de la
Mansión Black.

Amanda Black una herencia peligrosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora