Septiembre 2021
A pocas semanas de entrar a la universidad, experimentaba muchos cambios de humor y sentimientos. Nervios por iniciar una carrera y una nueva etapa en mi vida. Felicidad por que yo mismo me supero y logre estar en una universidad (por su puesto, privada pero era un privilegio). Miedo por no saber si en realidad esto me gustaba o si me equivoqué de carrera. Siendo sinceros yo ya no quería estudiar más. Quería tomarme una año sabático, poder viajar mucho a lugares que no conozco y vivir muchas experiencias. La verdad esto lo hago por mis padres, sus sueños son verme graduarme con una toga y birrete y conseguir un trabajo de mi profesión y no trabajar como lo hago ahora en McDonald's. Pero al carajo si no me van a apoyar en mis decisiones yo mismo tengo que buscar mi camino y crear mi propia suerte.
Recuerdo que el lunes de la semana pasada antes de entrar a la escuela, entraron dos chicos nuevos al McDonald's, yo no soy muy sociable que digamos, solo hablo con las personas que ya conozco pero para hacer nuevos amigos se me dificultaba. Entre los dos chicos uno de ellos se me acercó y me habló. Era muy buena onda en realidad, su carisma hacía que lo amaras de inmediato y su humor era muy basado, es decir que con todo lo que decía te hacía reír. Su nombre es José Armando. Es un chico de complexión alta, parecía que hacía ejercicio pero no iba a ningún gimnasio o en su casa se ponía a hacer ejercicio, es como una suerte que tengas cuerpo de boxeador sin tener que ir al boxeo. A la primera vista me agrado su personalidad, claro no le hablaba mucho como lo hacía con los demás, él tenía el horario de la mañana y yo estaba en la tarde así que cuando nos veíamos solo era cuando yo entraba y él salía. Las únicas palabras que cruzábamos era para decirnos ¿cómo estás?, ¿cómo te fue?, ¿ya te vas?, ¿tienes algo que hacer ? o cosas simples. Un día que yo ya iba de salida y él se quedó horas extras me despedí de él con un abrazo como de amigos, hombros con hombros y una palmada en la espalda, le pregunté si le podría poner otro nombre en vez de Armando por que ya había un Armando aquí.
—¿Tienes otro nombre aparte de Armando?
— Si, José pero no me gusta que me llamen así
—¿Entonces como prefieres que te digamos?
— Tú llámame cómo quieras
—¿Pendejo te puedo llamar?
— Jajajaja, por mi esta bien—. Era simpático para todo. No se tomaba nada a mal, ni siquiera si te burlas de él pero eso si, te hacía más burla él. En el trabajo yo inicié con un chiste de poner nombres a los hombres en su versión femenina, por ejemplo, a Erick le decía Ericka, a Aldo como su otro nombre es Giovanni le puse Giovanna y a las mujeres en su versión masculino. Volví a decirle a Armando si aceptaba que le llamara por su nombre en versión femenina y él me respondió.
—¿Ahora como me vas a poner?
— Armanda no te queda, y como tú primer nombre es Jose te pondré Josefina
—Jajajaja es lo más pendejo que eh escuchado decirte—.
Me parecía buena persona en realidad, en ese momento pensé ¿y si nos haces buenos amigos? No solo quería una relación de compañeros de trabajo, quería algo más con el. Una buena amistad con el, cómo hablar horas por teléfono con el, salir a comer algo o a pasar el rato y poder contarle mis secretos cosa que nunca hago con alguien y poder chismear con el. Desde ese entonces, Armando se hizo mi buen amigo.Octubre 2021
Había decidido estudiar comunicación, era algo bueno y agradable, quizás algún día trabaje en una cabina de radio o escribir una nota en un periódico. Ya estando yo en la universidad no me sentía a gusto conmigo mismo, imagínese esto. Acabar la preparatoria en Junio, tener dos meces de vacaciones y en Septiembre entrar a la universidad. Era algo que no me sentía a gusto y no me priorizaba a mi mismo. Las clases seguían siendo en línea, yo ya quería estar en clases presenciales para hacer amigos, solo los veía por mi computadora, viendo gente extraña y no saber ni quiénes son. Estuve conectando a clases hasta finales de Septiembre. Entregaba tareas y todo pero en semanas de exámenes se me olvidó por completo pagar la mensualidad y no pude hacer exámenes y me quede sin calificación. Los maestros se estaban volviendo cada vez más estrictos con las tareas de que si no mandas la tarea a la plataforma a tal hora ya no tenías calificación. Pónganse en mis zapatos, estudiar y trabajar era un poco complicado, tenía clases de 07:00 a las 13:00 y trabajaba de 14:00 a 21:00 solo tenía tiempo de entregar una sola tarea. Y si la entregaba es por que me desvelaba hasta la 01:00 de la madrugada y la entregaba a tiempo. Pero había profesores que no tenían compasión de ti y te dejaba sin calificación. No les miento, a las semanas muchas personas se estaban dando de baja por el mismo problema que el mío. Cómo les decía, cómo no hice exámenes reprobé todo y la verdad no me iba a arriesgar a aprobar todo con 100 los otros dos parciales y pasar de semestre. Tome la decisión de darme de baja. No encontraba la manera de decirles a mis papás, ellos eran los que me pagaban la escuela. Tome valor de decirles una noche, le dije primero a mi papá la decisión que tome y por qué ya no me gustaba estudiar. Después de tanta charla claro que si se enojo, me dijo, ¿Que quieres hacer con tu vida? Le respondí que solo me diera tiempo de saber qué es lo que en verdad quiero estudiar, me gustaba comunicación claro pero la escuela se volvió muy estricta y muy pesada. Le dije que voy a hacer examen de admisión para literatura y si no quedo me volvería a meter a comunicación.
—Tú sabrás lo haces con tu vida, pero yo ya no te voy a apoyar en nada—.
Me dijo mi papá, apagó su cigarro y se metió a la casa.
"Bueno al menos ya le dije, solo espero no estar cometiendo un error" me dije.
Me metí a la casa y al subir las escaleras para irme hacia mi cuarto escuché a mis papás hablando entre ellos en su cuarto con la puerta cerrada. Todos estaban ya dormidos, me acerqué con cuidado a la habitación de mis padres y puse mi oreja sobre la puerta para alcanzar a escuchar. Y entonces oí a mi padre hablar.
—Ese niño ya no tiene remedio, es desobediente y muy terco. Ya no sé qué hacer con el.
— Yo mañana hablo con él si quieres, solo dale la oportunidad de buscar lo que en verdad quiere
— ¿Que va a querer ese niño? Si lo único que hace es estar sin hacer nada, un bueno para nada—.
Di un paso hacia atrás, las lagrimas se derramaban sobre mi cara. No podía creer que lo que acabo de escuchar, y más viniendo de mis padres que son los que me tienen que apoyar en todo momento. Me encerré en mi cuarto y la depresión me llego de momento. Pensamientos negativos. Solo quería hacer feliz a mis padres para que así puedan tenerme cariño o ser el mejor hijo. Pero ¿que más podía hacer yo? Entre lágrimas y más lágrimas me llego el pensamiento de suicidarme, solo quería desaparecer, no puedo tener más contento a mis papás por más que lo intente. Tome una cuerda que tenía abajo de mi cama y la amarre a mi barandal. Me iba a lanzar pero me detuve. Si me muero sería un pecado. Lo pensé dos veces, más de tres al parecer. Desate la cuerda y la volví a guardar. Todavía seguía llorando. Las palabras hieren. Y más viniendo de tus propios padres. Caí del sueño por tanto llorar. Es horrible dormirse llorando, es como sentirte completamente vacío y cuando quieres soñar, por más que lo intentes, no llegan los sueños. Solo ves oscuridad eterna, un vacío que no tiene fin.
A la mañana siguiente me desperté a las 10:00, mi padre ya se había ido a trabajar. Qué bueno, así no podía verlo. Mi madre me dijo que la acompañe al mandado y a sacar dinero del banco. En mi cuarto tenía un espejo frente a mi cama, me levanté para verme cómo amanecí después de llorar toda la noche. Mis ojos estaban con ojeras, parecía que no tenían color mis ojos. Bueno si tenían, pero eran muy apagados, no veía esos ojos marrones en mi. Mi rostro estaba pálido. Baje a la cocina a comer un poco de cereal pero ni eso pude comer. ¿Es tanta la depresión que tampoco hace que comas? Jamás en mi vida me eh sentido muy apagado. La depresión llega horrible. Mi madre me apresuro para que me cambiara de ropa y acompañarla. A continuación me subí a la camioneta. Mi madre suele encender la radio y escuchar las noticias o canciones que ponían. Pero esta vez fue diferente, no encendió la radio. Todo el camino era un silencio incómodo. No quise hablar del tema. Solo quería distraerme. Pasaron las horas después de terminar hacer los mandados e ir al banco. Era la 1:00 de la tarde. En camino a casa mi madre al fin soltó una palabra.
—¿Por qué tomaste esta decisión?
— ¿Tú también vas a decirme que no me apoyas?
— Solo trato de comprender por qué dejaste la escuela, no acabaste ni siquiera el semestre. ¿Que quieres hacer en un futuro?
— Lo que quiero mamá es poder llamarme escritor, me gusta mucho leer libros y me inspiran a hacer historias. Pero entiende que solo quiero un año para saber que es lo que quiero realmente. No sé quizás en unos meses al fin encuentro mi vocación u otro trabajo mejor. Solo denme la oportunidad de yo mismo poder ser independiente.
— Está bien, te entiendo. Pero no vas a dejar de estudiar. Por qué si solo vas a pasarte trabajar en McDonald's, créeme que ese trabajo no te va a sostener en un futuro—. Llegamos a la casa y antes de bajar me dice —No quiero que seas un fracasado
— Lo se mamá, yo tampoco—. Los dos nos bajamos de la camioneta. A continuación agarre mis cosas para irme a trabajar. Puse música para distraerme y no escuchar mis pensamientos. Solo quería escuchar música. Para mi la música es un refugio. Algunos artistas tienen muy buenas canciones que transmiten buenos mensajes. Estando en el trabajo, no pude ni siquiera poner una sonrisa, todo el maldito día pensando en lo que dijeron mis padres, si tome la decisión correcta pero no más que nada, en mi suicidio. Si no logro nada en el futuro, que sería de mi. Ocupo buscar de inmediato otro trabajo donde me paguen más que bien. Vaya estaba sobre pensando las cosas demasiado. Entre en un pequeño ataque de ansiedad en el trabajo que llegue a morderme demasiado las uñas a tal punto de sangrar. Ocultaba mis sentimientos hacia todos los que me veían. Por suerte no me toco atender a los clientes ese día y estuve en la cocina. Armando el chico nuevo, pudo notar qué algo en mi no estaba bien. Claro, los demás si percataban que ese día no era yo, no hacía reír a todos, no bromeaba con algunos y no se escuchaban mis risas por qué todos los días me causa risa algo. Pero ese día no. Al único que le pude contar fue a Armando. Me tomo del brazo y me pregunto.
— ¿Que te ocurre? Hoy no eres tú
— Si de verdad quieres saber que me pasa te lo digo en el almacén, aquí nos pueden escuchar todos
— De acuerdo, te veo ahí en 5 minutos.
Los dejamos nuestro mandil de cocina mientras otra chica se quedó en la cocina en lo que volvíamos.
— De acuerdo, dime que te sucede—. Me dijo Armando.
— Ayer tuve un intento de suicidio
— Cállate, no es cierto ¿o si?—. me dijo sorprendido.
— Tengo unos problemas con mis papás, es una historia bastante larga en realidad.
— Soy todo oídos, quiero ayudarte no quiero que te suicides—.
Le conté todo lo ocurrido, me sentí un poco aliviado al fin poder contarle esto a alguien. No es bueno guardarte tus sentimientos ante los demás.
Al terminar Armando me dio un abrazo bien. Me sentí seguro en sus brazos, no quería dejar pasar este momento. Este abrazo es todo lo que necesitaba. Son como de esas veces qué haces lo que más te hace feliz en el mundo y ese algo lo abrazarás o como si abrazaras a tu perro con tanto amor. Pero ese abrazo lo sentí diferente.
— Si tus papás no te abrazan así yo lo haré—. Quería llorar de felicidad, al fin encontré un amigo en el quien confiar. Encontré mi hogar en el. Una vez vi un video de un psicólogo que decía, no tienes la obligación de que tus padres te quieran como eres, busca amigos que te hagan sentir que son tu verdadera familia. Para mi, en este momento, Armando se convirtió en mi familia.
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La noche que te fuiste
Novela JuvenilHay amores que no están destinados a estar juntos, pero hay personas que merecen estar con alguien. Esta historia es una de esas veces que por más que intentes dar todo por alguien fracasas, por más que lo sueñes una y mil veces el amor no es corre...