Prólogo: El beso encantador

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Mi querido dulce lector,

Si quieres escuchar un cuento de hadas, déjame contarte uno. Uno que recordarás para siempre. Un cuento de hadas sobre una bestia en el cuerpo de un príncipe y un hombre Cenicienta peleando por no perder su valioso corazón. Una historia de un amor apasionado y un odio aún más apasionado. Una historia sobre crueldad y el imperio del poder, pero sobre todo una historia sobre el corazón humano y lo que realmente quiere.


Pero debo advertirte, querido lector, antes que mi historia comience.  Éste cuento de hadas no será tan mágico como otros que has leído en el pasado, porque hay rincones y grietas tan oscuros en nuestros corazones que incluso el diablo teme invadirlos.


Así que sé valiente, mi desconocido amigo, y considera si vale la pena sumergirse en este mundo cruel. ¿Estás listo? ¿Ya decidiste? Entonces toma asiento y te contaré una historia.


Érase una vez...

~*~


El gran salón de baile estaba atestado de invitados. Mesas enormes repletas de comida extranjera y local estaban puestas contra las paredes, y los meseros escabulléndose llevando bandejas con copas llenas de champaña. Inmensas lámparas de araña brillaban en el techo, lanzando una fuerte luz sobre las parejas que bailaban abajo. Una mujer en un pulcro vestido negro estaba parada en el escenario preparado, cantando apasionadamente una triste canción romántica, y la gente oculta tras las máscaras firmemente abrazados, meciéndose al ritmo de la misma.


Me oculté en el lado derecho, cerca de la figura tallada de una mujer desnuda escondiendo inocentemente sus encantos. Alto, esbelto, de cabello castaño oscuro, con ojos oscuros como la noche. Ése soy yo. Vestía un traje negro a medida, con una máscara negra bordada sobre mi inocente, pero en éste momento pálido, rostro. Estaba sosteniendo una copa vacía en ambas manos y saltaba nerviosamente de una pierna a la otra.


No me sentía bien estando aquí. Después de todo, sólo era un Pete, un hombre sencillo, criado por mi abuela en el campo, no un hombre de élite que había sido invitado especialmente por el cumpleaños de uno de los ministros. Era un guardaespaldas trabajando para la mafia. Así que ¿cómo exactamente terminé aquí?


Aún nervioso, aflojé el corbatín ligeramente ajustado y exhalé sonoramente, queriendo calmar mis músculos rígidos. No era momento de sentir lástima por mí, ¡tenía que trabajar! Así que tranquilicé mi mente y me escabullí sigilosamente hacia el corredor. Me tomó un tiempo encontrar la habitación que funcionaba como oficina, pero tan pronto como la encontré me deslicé en su interior, cerrando silenciosamente la puerta.


El lugar estaba oscuro, sólo la luz que irradiaba por detrás del vidrio le daba un ligero brillo que me permitió moverme sin tropezar con algún mueble. Caminé hacia la gran mesa de color caoba y rápidamente comencé a hojear las páginas, buscando por señales de un negocio clandestino que había sido hecho entre el ministro y una de las familias de la mafia, pero no pude encontrar nada. Me inquieté, eché un vistazo a los papeles, y me concentré tanto en la tarea que tenía a mano que no escuché un clic en la puerta. Alguien entró sigilosamente y retrocedió silenciosamente hacia la parte posterior de la habitación donde estaba el sofá. El cuerpo se posó habilidosamente sobre los almohadones del mueble, no haciendo sonido alguno, y oscuros ojos almendrados clavaron dagas sobre mi figura.

El diablo no negocia (Devil doesn't bargain)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora