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ACT ONE:
THE MAZE RUNNER

CAPÍTULO UNO:
Juego de supervivencia.

NORMALMENTE TODAS las historias ciertamente corrientes empiezan de una manera sutil y normal. Dejando caer el nombre y el pasado del protagonista en cuestión.

Pero esta vez no. Esta historia no es corriente ni mucho menos sutil y normal.

Me despierto con la respiración entrecortada y mi corazón latiendo mil veces por segundo, mis ojos rápidamente evalúan mi alrededor y me doy cuenta de que estoy en una jaula. En una jaula que sube. ¿Un ascensor?

El aire me hace mover el pelo y no me ayuda a ver lo que pasa. Me levanto, sintiéndome histérica, pero no por mucho tiempo. La jaula da un golpe en seco y caigo de culo, impulsando mi espalda a chocar de nuevo con los hierros.

Esta vez que quedo tendida en el suelo y cierro los ojos, sin fuerzas suficientes para volver a levantarme. Parece que mi cuerpo no tiene energía, como si no hubiera comido en semanas.

Mi cabeza ya da vueltas y siento ganas de vomitar para cuando capto luz con mis ojos cerrados, los abro lentamente adaptándome al cambio.

Veo el cielo, no sé cuando fue la última vez que lo vi. No sé cuando fue la última vez que vi algo. No sé cuando fue la última vez que me vi a mi misma.

Me asusto cuando una cantidad de chicos aparecen alrededor. Me miran.

—¡Alby!—Grita uno.—No te lo vas a creer.—Se escuchan pasos.—Creo que nos han mandado una chica.

Me intento incorporar mientras abren las rejas de la jaula, examino a todos los presentes y por inercia mi mirada se queda fija en uno de ellos, que también me mira de vuelta.

Uno de ellos baja a la jaula, me coge de la cintura y me sube hacia arriba, donde el chico con el que he intercambiado miradas me agarra del mismo lugar y consigo tocar tierra firme.

La cabeza me da vueltas mientras todos se forman en círculo alrededor mío. ¿Qué está pasando?.

—No dice nada.—El que se bajó a la jaula se acerca.—Hola, rubia.—Me empuja el hombro y yo por inercia le propino un manotazo.

—Uh.—Sueltan algunos, burlándose.

—No la asustes, Gally.—Habla otro de ellos.

Gally, vale.

—¿Qué ocurre?—Una voz hace que varios abran paso a alguien. Aparece un hombre de piel oscura, mirándome.—Oh, hola.

Retrocedo dos pasos, no quiero hablar con ellos. Soy una mujer, una mujer rodeada de hombres. No quiero hablar.

—No vamos a hacerte daño, ¿de acuerdo?.—Me giro a buscar a quien habla, me encuentro con el chico de las miradas. Sabe que estoy asustada. Sé que lo sabe.

Retrocedo de nuevo.

—Creo que deberíais dejarme hablar con ella.—Dice el que parece ser el jefe.—Volved al trabajo.

Los otros obedecen, vuelvo a conectar miradas con el chico, mientras se va, se gira levemente para seguir mirándome.

—Hola, soy Alby.—Le miro.—Estarás confundida pero déjame que te explique y lo entenderás todo.—Dejo de retroceder, sé que si me atacara no podría con él, pero creo poder correr. Creo que podría correr hasta esa gran entrada de pierda.

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