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CAPÍTULO 6:
No vayas lejos.

NORMALMENTE EXPERIMENTO una leve sacudida antes de levantarme, no sé si antes del laberinto solía dormir así de mal o si empezó después de quedarme atrapada en esta cárcel, pero de todas formas, hoy no es igual a los otros días.

Me despierto con normalidad, abriendo los ojos, sé que es de noche porque por las rendijas de las paredes de la enfermería hechas de madera mal juntada puedo ver la poca luz. Un escalofrío me recorre el cuerpo.

—El laberinto lleva a la verdad...—Escucho cantar desde lejos, es una voz femenina pero no es normal, es grave.

Me pongo recta en la cama, puedo notar que mi herida ya se ha curado, frunzo el ceño. Aquí hay algo que falla.

—En sus muros hallarás...—La voz sigue cantando. Giro mi cabeza con rapidez.—Las respuestas.

—¿Respuestas?—Digo en voz alta, caminando con rapidez.

—Siempre al caminar.—Abro la puerta de la enfermería y salgo.

El viento me golpea en una dirección, esto me suena de algo, sé que me suena de algo. Pero no puede ser una pesadilla, estoy aquí.—Escucha bien en su profundidad...—La brisa me hace mirar al muro. Un escalofrío me recorre, las puertas están abiertas.

—No vayas lejos, te perderás.—

Me sobresalto cuando parezco escuchar la voz cerca de mi oído, susurrándome a la vez que canta.
Hay un silencio donde solo miro el laberinto, una presión me oprime la parte de arriba de mi espalda.—¿Podrás tus miedos esconder...—Mis piernas se mueven.—y afrontar toda la verdad?

Poco a poco voy caminando más rápida, esto no es real, no puede serlo, ¿cómo se me ha curado tan rápido la herida de la pierna? La voz sigue sonando, ahora sé que proviene del laberinto.

—Donde el viento haya el mar.—Viento.—Una madre...

—¿¡Mamá!?—Grito, acelerando aún más mi ritmo.

—es tu memoria.—Continua cantando. Corro con rapidez.—Ven mi amor hacia tu hogar.—Me cuesta respirar.—Las respuestas encontrarás.

Cuando llego a la entrada del laberinto una brisa fuerte me empuja hacia atrás, pero no retrocedo.—No vayas lejos, morirás.

Alguien me coge del brazo, cuando me giro estoy en una sala blanca. Mi cuerpo no es el mismo, mi pelo rubio ahora es más corto. Tengo menos años.

—Hola, soy Thomas.—Es el chico de mis pesadillas, el que no para de aparecer. Gira la cabeza.—Ella es Teresa.

La chica de ojos azules y pelo marrón me mira.—Tu madre ha dicho que seamos buenos amigos.

Los dos me miran y de repente siento una presión en el cuello, me están ahogando.—No vayas sola, fracasarás.—Me cantan en el odio.

Me cogen la cabeza de una forma en la cual me pueden romper el cuello, pataleo viendo como los dos chicos corren alrededor mío, y cuando me lo van a partir, siento una sacudida.

—¡Paris, Paris!—Newt me está cogiendo de los hombros cuando me despierto.

Le empujo con fuerza por reflejo propio, me cuesta respirar, no puedo hacerlo. Miro mis manos y miro las paredes de la enfermería, es de día.
Mis ojos viajan hasta Newt, que me mira desde la esquina de la cama con preocupación.

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