Eres el recuerdo que no quiero soltar,
La brasa terca que no se quiere apagar,
Mi bien y mi mal,
Mi luz del cual no quiero perder.
POV. Juliana
En el momento que Valentina se fue de la casa, sentí como mis recuerdos volvían, sin darme cuenta estaba hecha un mar de lágrimas nuevamente. Sentí como mis piernas flaquearon y si no fuera por Sergio que me sostuvo antes de caer, hubiera caído totalmente debatida. Valentina era un dolor muy grande para mí, pero también lo más hermoso que tuve en la vida. Ironías de la vida por ahí dicen. Me acurruqué a Sergio, me sentía muy vulnerable —Es que ¿Por qué tenía que haber vuelto? —Fue tanto el sufrimiento que sin darme cuenta me había quedado dormida. Cuando desperté poco a poco fui recordando lo que había pasado y cuando por fin hice memoria de los sucesos, hice un movimiento brusco para levantarme, pero los brazos de Sergio me sostuvieron para que me calmara y ahí estaba él como siempre apoyándome y calmándome en todo momento.
—Tranquila bonita— Me dijo en un tono suave.
—Serch, ¿En dónde está mi madre? — Me dió un poco de nervios el despertar y no verla ahí.
—En la cocina, supongo— Alzó sus hombros.
—Creo que no le fue muy agradable el cómo pasaron las cosas, tengo que hablar con ella.
—Supongo que no, porque en cuanto te quedaste dormida, no me dijo nada, pero me miró de una manera que me dio miedo— No pude aguantar en soltar una carcajada por la expresión de miedo que tenía Sergio, pero es que mi madre era así, impredecible.
—Lo lamento tanto, hablaré con ella. Ya verás que todo se va a arreglar y ya no te hará malas caras— Le sonreí de una forma genuina y también para que se tranquilizara un poco.
—Está bien amor, ve con tu mami, yo aquí espero— Le di un beso a Sergio antes de ir a enfrentar a mi madre y explicarle la situación con Sergio y que también me explicara ¿Qué es lo que estaba haciendo Valentina aquí?. Llegué a la cocina y mis nervios empezaron a surgir, mis manos a sudar. Estaba muy nerviosa porque así no era el modo en el que mi madre conociera a Sergio, había visualizado otro escenario, pero gracias a la situación que pasó con Valentina todo se fue al caño.
Mi madre estaba sentada en la mesa tomando un vaso de agua, viendo hacia la nada. Estaba muy absorta en sus pensamientos que ni cuenta se dio de mi presencia, tuve que hacer un ruido con mi boca para hacerme notar y supiera que estaba ahí. Dio un brinquito asustada lo cual me dio gracia y luego depositó su mirada en mí.
—¡Vaya reencuentro! ¿No? —Dije un poco apenada y queriendo calmar un poco la tensión que había o más bien la ansiedad que se estaba formulando en mí. Mi madre no dijo nada y solo asintió. El silencio volvió hacerse presente y con él llegó la incomodidad. A los pocos minutos cortó el momento incómodo mi madre.
—El muchachito ese que está en la sala, ¿Quién es Juliana? — Me quede viéndola por un momento para ver en qué modo estaba, pero tal parecía que el enojo había desaparecido.
—Se llama Sergio, lo conocí en San Diego y tengo meses saliendo con él— Sentí como mis mejillas se tornaron rojas y como mis manos ya estaban nuevamente sudando. Estaba muy nerviosa.
—¡Ya veo!, ¿Y nomas están saliendo o ya son novios? — Negué rápidamente con la cabeza y solté una carcajada.
—¡Ama, claro que no! Sergio solo me está pretendiendo, apenas estamos viendo qué onda— Desvié mi mirada a mis manos y me sentí un poco de triste al decir eso y creo que mi madre lo notó.

ESTÁS LEYENDO
Dímelo con Letras
Hayran KurguJuliana vive con la incertidumbre de que hacer con su vida, pero sobre todo con recuerdos que la conducen a una sola salida. Mientras Valentina solo intenta aferrarse a la vida.