Capitulo 1:

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Ese gran palacio del cual había quedado impresionada durante años, aquel palacio que vi en tantas pinturas que pedí a Francia. Justo ahora, cuando salía de mi carruaje vi las grandes columnas y los ventanales de un tamaño impresionante, caminaba hacia la gran puerta que me dejaría ver la maravilla de palacio por dentro...

—Su alteza —Llamo aquella voz tan aguda y débil—. Su alteza, debe levantarse, recuerde que hoy comienza su viaje hacia Francia.

Abrí mis ojos completamente, levantándome de golpe y encontrándome con la luz del sol en pleno esplendor.

—¿Me recuerdas a qué hora parto a mi viaje? —Pregunte alerta.

—Creo que a las 3 de la tarde su alteza.

—Gracias Nikoleta —Me levante de la cama para acercarme a la ventana, observaba el inmenso jardín del Palacio de Invierno—. ¿Mi padre dijo algo sobre reunirse conmigo?

—No su alteza, pero su madre pidió reunirse con usted en el jardín para tomar el té.

—Por favor prepárame un baño con esencias —Le ordene gentilmente mientras seguía viendo por la ventana.

—Si su alteza —Dio una pequeña reverencia antes de retirarse.

—Vicktoriya de Borbona, Reina de Francia —Susurre para mí misma conteniendo la emoción.

Mi futuro había sido arreglado desde que tenía seis años, a esa edad fui comprometida con el Rey Henri V de Francia, siendo esta una unión para conservar la paz de las dos naciones. Nuestra unión se haría oficial a mis 16, mientras el príncipe Henri tendría 24; al contrario de mi hermana menor pienso que fui afortunada, ya que fue casada a los 13 con el príncipe de Gales. Mi hermana aún era una niña y me hubiese gustado pasar más tiempo con ella.

Había sido educada para esto, toda mi vida se basaba en ese justo momento. El viaje hacia Francia seria largo y se había decidido que se haría por mar.

Después de tomar un baño y arreglarme para tomar él te con madre, me dirigí al Jardín.

—Vivi —Llamo la voz de mi hermano.

—¡Petpet! —Lo salude alegremente para correr y abrazarlo.

—¿Qué hare cuando mi hermana favorita se vaya del país y jamás vuelva a verme?

—Dramático como siempre —Suspire separándome del abrazo—. Además, no puedes ignorar tu destino. Cual crees que te quedaría mejor ¿Petrovich El grande? O ¿Petrovich El pacifico?

—Deja de bromear con eso, en verdad estoy triste porque te vas Vicky. A Liv se la llevaron a Inglaterra y nunca más volvió.

—Prometo que volveré, aunque para ese momento ya serás el emperador de Rusia —Hice una pausa—. ¿Padre aun no mejora?

—No... pero dice que está agradecido de que por lo menos se pueda mover.

—Debo irme, madre me espera para tomar el té, supongo que debe decirme algo.

Seguí mi camino hacia el Jardín. Para ser honesta lo vi con otra perspectiva, observé los cuadros, los nobles que pasaban a mi lado y las ventanas del palacio, posiblemente sería la última vez que las vería.

Recordaba aquellas memorias que habían quedado impregnadas en la pared, las paredes en las cuales corrí y jugué mientras era aún una niña; de las miles de carcajadas que salían de mi cuando veía aquel retrato del tío Peter (pues siempre había sido un tanto rechoncho)

Y la preocupación que llegaba a mi cuando pensaba en mi padre. Hace tiempo que lleva enfermo, pero no sabemos aún que tiene.

—Madre —La persona más dulce que he conocido en mi vida se da la vuelta, dejando ver su larga melena pelirroja la cual herede por parte suya, aunque a ella le llega apenas hasta la cintura mientras la mía me llega hasta la cadera.

—Querida —Sonríe de una manera cálida, de la manera en la que siempre lo hace, creería que aquella sonrisa podría recomponer hasta a la persona más triste del mundo, o tal vez estoy exagerando—. Siéntate quería discutir un tema contigo. Es algo sobre tu compromiso y lo que viene en la noche de bodas, ¿Te han dicho algo sobre la ceremonia de consumación?

—¿Consumación? —Madame Libetru, mi institutriz, solo me había enseñado a saber cómo debo comportarme al ser una esposa, no cualquier simple esposa, sino la esposa de un rey, pero jamás había explicado algo sobre "la noche de bodas".

—La consumación, querida, es lo que hace que el matrimonio sea legal, lo que significa que sin consumación el matrimonio no sería aprobado por la ley ni tampoco por la iglesia.

Ella hace una pausa y mira hacia el amplio jardín, se le nota serena, ni una pizca de angustia ni nerviosismo. La admiro, ella es infalible.

—Tengo que explicarte a detalle cómo va a ser esta unión, no quiero que tengas dudas, si no entiendes algo o quieres preguntar algo más, hazlo ahora, porque será la única ocasión que tengas —tiene un vestido sencillo, y aunque va a cumplir cincuenta años pronto, sigue viéndose un tanto joven; aunque ya ha perdido la frescura que le daba su juventud, las mejillas rosadas que se veían en sus retratos habían perdido su jugosidad y el brillo de sus ojos había desaparecido.

—Debes saber muy bien querida —prosiguió—. que de esta forma se engendran los hijos, que es por esto que las mujeres quedan embarazadas —Hace una pausa y toma un sorbo de té, mientras yo solo me muero por escuchar más sobre esta información que de repente se me es concedida—. En la intimidad, cuando el novio y la novia hayan pasado la ceremonia, se desvestirán mutuamente, dejando al descubierto sus cuerpos, los hombres querida, tienen entre sus piernas, aquella cosa que si ponen dentro de ti quedaras embarazada. No suele ocurrir en todas las ocasiones, pero puede suceder, lo pueden hacer muchas veces, por el resto de su vida —me interrumpe antes de que yo pueda decir algo—. Suena aterrador, lo sé, deberías haber escuchado la manera en la que tu difunta abuela me lo explico a mí. El caso es, que no duele, o tal vez pueda doler un poco la primera vez, pero las demás ocasiones se debe sentir bien, te prometo querida, que lo disfrutaras, y, sino es así, algo debe estar mal contigo o con tu esposo.

—¿Y cómo lo llevo a cabo? —Pregunte angustiada.

¿Que tienen los hombres entre las piernas?

¿Y qué era lo que hacían Pet y esa noble?

(...)

Wow, había sido mucha información, y debía recordar muchas cosas, ¿y si lo hago mal? ¿y si eso que dijo madre no se le despierta? ¿y si la mía no despierta?

Cállate tonta, será interesante.

Siempre había algo que me sucedía, no siempre, pero, en ocasiones cuando me traían un nuevo retrato de Henri sentía un cosquilleo en mi entrepierna y mis pechos se sentían duros, no lo entendía, ni cuando me llegaban esas pinturas del hermoso Henri, ni cuando me pasaba lo mismo con el bello noble griego Leonidas, que me guiñaba un ojo y sonreía, cuando quería solo estar sobre el rozando su suave piel con mis labios y que el hiciera lo mismo con la mía.

Leon es mi confidente más cercano. Para las chicas siempre ha sido muy atractivo, su cabello es castaño, un castaño claro, pero es muy sedoso y siempre tienes ese pequeño deseo de pasarle los dedos entre el pelo; su rostro no es vulgarmente bello, es elegante, tiene una belleza que se queda en ti.

Me despedí de él, y en ese momento sentí que su corazón se había partido, no me quería mirar, sus ojos miraban el suelo. Estaba a punto de partir, el carruaje me esperaba con mis damas de compañía adentro.

—Mírame por favor —Le suplique, quería ver sus ojos color caramelo.

Me miro y sonrió con tristeza, era posible que nunca más nos volviéramos a ver, tal vez yo nunca regresaría aquí, a Rusia, a mi hogar.

Por un momento el olvido quien era yo, y quien era él y se atrevió a abrazarme, estrello su pecho contra el mío y yo lo recibí en mis brazos.

Lo único que salió de sus labios fue:

—Nos volveremos a ver, te lo prometo mi Vicky.

Madame Libetru estaría ahora loca de furia si viera esto.

Y al subir al carruaje, observando a todos despedirme en la entrada, mi madre, mi hermano y a todos a los que yo amaba; sentí que una pequeña parte de mí se desprendió y quedo en ese lugar.

La Reina De FranciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora