Capitulo 8:

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Soy una tonta, una egoísta, ¿por qué esto me importa tanto? ¿cómo puedo yo negarle a el casarse?, no me pertenece, ni yo tampoco. ¿Porque soy tan estúpida, tan ingenua?, esto tenía que pasar, yo lo sabía, pero no quería aceptarlo, así que ahora lo reconozco a la mala. Me pregunto si el habrá sentido lo mismo que yo cuando supo que estaba comprometida, pero no lo sé, no lo sé.

No voy junto a Henri, quien ya está embelesado con la belleza de la joven Rosalvie, mi matrimonio me es una maldición, me miro la mano mientras salgo a paso rápido del salón para llegar a mis aposentos, quiero quitarme el anillo de matrimonio y tirarlo, al final ¿Qué importa que yo lo use? Henri nunca lo hace.

Entro a mis aposentos con indelicadeza, noto que Ivana y Agatha se asustan. Me trato de tranquilizar, trato de respirar, pero me duele tanto el estómago, es el golpe de Henri que se burla de mí, me grita que soy una ingenua, deseo aporrearme la cara contra la silla en la que me apoyo; ignoro ese instinto.

—¿Se encuentra bien, su majestad? —Agatha se acerca a preguntar.

—Déjenme sola —Musito para las dos.

—Pero, su majestad, es evidente que usted no se encuentra bien —Ivana añade.

—Por favor —Trato de mantener la calma, voy a explotar—, Váyanse.

—Su majestad...

—¡Que se larguen! —Les grito sin resentimiento—. ¡Déjenme sola!

Ellas se asustan, dejan mis aposentos rápidamente, no sé a dónde van, o si se quedan esperando afuera, tal vez después piensen que estoy loca.

La lagrimas que tanto retuve caen amargamente, me trato de tranquilizar; no soy de esta manera, no, no soy así. Lloro, lloro y lloro, me apoyo en la silla del comedor y la apretujo tan fuerte con mi mano que se torna roja.

No soy así.

Veo el jarrón encima de la mesa y no me puedo controlar más, la rabia me hace tirarlo contra la pared, veo como se hace añicos creando un desastre, las flores caen y se esparcen por el suelo.

No solo es Leon; no, no es eso. Me siento sofocada, quiero gritar, mi cuerpo está herido y mi alma también, nunca en realidad decidí estar aquí, jamás hubiese querido vivir esto si tan solo hubiera tenido otra oportunidad, pero no la tuve.

Recuerdo a mi padre, y lo odio tanto que prefiero borrar su imagen rápidamente.

Padre está discutiendo con mamá en su estudio, ella le grita, y a la vez trata de no llorar delante de él. Observo todo desde un armario en el cual estaba escondida, me encontraba jugando a las escondidas con Leon cuando me escondí ahí, y ahora no podía salir. Miro la discusión en silencio y con miedo.

—¡No lo entiendes Ivan! —Mamá le grita mientras él le da la espalda—. No puedes hacerle esto a Vicky, no puedes hacerme esto a mí Sonaba desesperada—. No me separes de mi Vicky, no puedes hacerlo.

¡Pues así tiene que ser Karenina!, debe ser así, el difunto rey francés murió hace ya un año, y su hijo ya ha asumido el trono, necesitan herederos —Él le grita tomándola de los brazos y sacudiéndola bruscamente—. Tiene que irse a Francia.

Dale más tiempo Ivan, tan solo tiene doce años, aún no está preparada —Mamá llora en silencio frente a el—. No se la puedes entregar a él, no aun, déjala que crezca un poco más. No lo comprendes, ella tan solo es una niña, ese hombre ya tiene veintiuno, ¡Vicky acaba de cumplir doce!

No me importa —Le grita cortante—. Solo me diste un hijo varón Karenina, así que en lo único en que me sirven mis otras dos hijas es para establecer fuertes alianzas.

La Reina De FranciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora