Estoy sentada en mi trono desde donde veo todo con monotonía, los invitados bailan alegremente, y Henri ya está completamente borracho. Madame Jean, su amante; está sentada sobre sus piernas con descaro. Yo bebo el vino que me ofrece un sirviente cada cierto tiempo.
Irina baila felizmente junto a Nastya y Teri; yo logro notar la música, que no puede ser más que otra que una de las creaciones del reconocido compositor Vivaldi. Aun así, sonrió ante la imagen de las chicas divirtiéndose.
Un hombre de unos cuarenta años se acerca a mí y da una exagerada reverencia, ofrece su mano para que yo le entregue la mía y pueda besarla. Lo hago a regañadientes.
—Su majestad, soy el conde Arthur —Dice, noto que algunos de sus dientes están podridos y enseguida quiero lavarme el dorso de la mano—. Eh observado por mucho tiempo a Madame Yekaterina, su dama de compañía; y solicitó ante su majestad, que considere mi oferta de matrimonio para la dama.
Por supuesto que no.
—Lo considerare, conde —Es la única respuesta que le doy.
¿Por qué los hombres siempre están tan desesperados en casarse con mujeres mucho más menores que ellos? Es desagradable. Teri no ha mostrado ninguna intención de casarse hasta ahora, así que yo no la empujare a estar amarrada a un viejo.
Me acerco a las chicas en un ataque de aburrimiento; comienzo a bailar con ellas.
—Hola —Las saludo con simpleza—. Es aburrido estar allí sentada sola.
—¿No tiene si quiera un poco de respeto? —Dice Nastya mirando con molestia a Madame Jean—. Por Dios, que mujer más vulgar.
—Le importa un rábano que opinen los demás —Irina habla mientras sigue bailando—. He escuchado que el bastardo de Henri planea darle el título de amante real.
El título de amante real es literalmente lo que dice su nombre. A sido concedido a diferentes damas en varios años de la historia, suele ser el título que le da el rey a su amante preferida.
—A mí eso me parece muy injusto —Complementa Teri con voz agitada, siempre le ha divertido mucho bailar—. Deberían dejarte poder hacer eso también; pero, al contrario, la reina no puede tener ni un solo amante, y solamente tiene que esperar a que su esposo regrese a ella después de haberse acostado con infinidad de mujeres.
—Eso es porque nací mujer —Es lo único que le digo.
—A veces olvido que tan solo tienes catorce años —Dice Irina soltando una carcajada.
Lali se acerca a nosotras. Es increíble el tiempo que ha pasado sin que haya hablado con ella, aunque en mi confinamiento me envió varias cartas preocupada por mi estado.
—¡Qué mujer tan vulgar! —Exclama ella también mientras observa a Madame Jean y se une a nuestro pequeño círculo de baile.
—Es lo que dije —Nastya exclama con emoción al ver que alguien más piensa lo mismo con ella.
—Pero es realmente triste también —Lali añade, Nastya la mira extrañada—. En unos años Henri se aburrirá de ella, tal y como suele hacerlo con cada mujer que se acuesta, y la pobre Madame Jean será expulsada y despojada de su miserable título; si tiene suerte volverá a su lugar en la cocina.
Leon y Camille se adentran en el baile; al verlos entrar aparto la vista y me concentro en danzar, trato de no pensar en Leon ni tampoco mirarlo, ya hace parte de lo que tengo prohibido. Debo olvidarlo, deshacerme de su imagen en mi cabeza.
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La Reina De Francia
Historical FictionVicktoriya Romanova ha estado comprometida desde los seis años con el Rey de Francia. Al cumplir los dieciséis comienza su viaje a Francia para casarse y convertirse en la Reina consorte, abandona todo lo que siempre ha amado, su familia, su hogar y...