Capítulo 39: Príncipe de los angeles caídos.

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~Landy~

Observo su sombra en la penumbra de la asquerosa celda en la que me encuentro.

— ¿Quién eres y qué quieres? —pregunto al silencioso visitante.

— Te has metido con personas muy importantes para mí cariño. Eres buena en lo que haces, y es muy lamentable tener que hacer esto contigo, por eso vine yo mismo en persona a hacer el trabajo sucio. —tiemblo al escuchar su voz. Es él, uno de los jefes, lo he oído antes, y no ha sido bonito lo que escuché.

— No sé a qué se refiere señor. —me hago la desentendida.

— Lo sabes muy bien, sé que tonta no eres, por eso tienes la reputación que tienes ¿o me equivoco? —pregunta esto último con dureza, esta enojado, ¡maldición!

— Entiendo, si solo me diera una oportunidad le juro que...—trato de persuadirlo pero levanta su mano haciéndome callar. Sé que no hay otra oportunidad. Avanza unos pasos y lo veo, su rostro es hermoso, todo él lo es. Sus ojos me recuerdan a las amatistas, una piedra que siempre me gustó. Estoy segura que me hubiera enamorado de él a primera vista si mi inclinación fuera por los hombres. Es hermoso, por algo lo llaman el Príncipe de Los Ángeles Caídos. Un hombre que nunca se muestra, o cuando lo hace, usa una máscara. Sólo sé que antes de él, su padre el Rey Del Infierno, gobernaba los suburbios y a nosotros, pero desde que murió... él tomó su lugar, sin querer ascender de nombre y de rango, solo se quedó con el nombre de príncipe. Aunque todos sabemos que el rango y el nombre no importa cuando se trata de poder, y ese él lo tiene a montones.

— Me presento, aunque esta demás que lo haga ¿o me equivoco Landy? —yo asiento, y maldigo en mi interior por no ser más precavida a la hora de querer matar a sus conocidos, pero la rabia, el odio y el dolor me cegó tanto, que no investigue como se debería o como lo hago siempre. Y ahora eso me va a costar la vida. Maldita mi suerte.

— No tiene que hacerlo mi señor. —agacho la mirada, porque sé que sucederá a continuación. ¡Y click!  Silencioso y certero, así es como él hace las cosas. Sonrió mientras el dolor se hace cargo de adormecer mi cuerpo, mis ojos poco a poco se cierran. Y nada, solo un vacío inmenso y oscuro me acecha.

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~Desconocido~

— Una mujer hermosa e inconsciente... Una verdadera lástima, serás irreemplazable, pero nadie intenta matar a uno de los míos cariño. —susurro, para luego dar la vuelta e irme.

Doy órdenes de qué hacer con su cuerpo, y me dirijo fuera de las instalaciones. Pensar que ser quien soy es tanto una bendición como una maldición. Enterarme que uno de mis mejores asesinos perdidos desde hace unos meses, apareció, y nada más que para intentar matar a personas importantes para mí, me frustra y enoja. En este mundo uno no demuestra sus afectos, ya que estos se vuelven en nuestra contra, pero en mi caso, quien toque lo mío o quienes son importantes, lo pagan, y lo pagan muy caro.

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Devon (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora