Thankfulness

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El resto de la semana transcurrió de lo más normal, pero Shun seguía sin poder sacarse de la cabeza al sujeto distante del lunes anterior. Su imagen estaba tatuada en su mente, su cabello largo y rubio, sus ojos azul celeste y su sonrisa coqueta. Al principio le pareció desagradable, pero después de pasar cerca de dos horas con él viendo flores, le comenzó a caer bien. Para cuando le entregó la amapola, el descontento ya estaba más que olvidado, y en su interior temía que con aquella flor no sólo le hubiera entregado el consuelo que necesitaba, sino algo más...

Al lunes siguiente, Shun llegó a su tienda y siguió con la quietud que aquellos días traían consigo. Casi con el recuerdo del rubio completamente olvidado. Parecía mejor conservarlo en su memoria, como un lindo recuerdo, a pasársela angustiado por no saber absolutamente nada de él.

Pero justo cuando abrió la puerta del establecimiento, notó algo en el suelo.

Agrimonia, la bella flor descansaba en el piso grácilmente. Shun la recogió, ¿se le habría caído el sábado antes de cerrar? No, no tenía de esas flores en su florería, aún no encontraba a un buen proveedor.

La pequeña flor venía con una tarjeta, en esta se podía leer sólo una palabra: Hyoga.

-Debieron pasarla por la rendija del correo.- susurró Shun, analizando la tarjeta.

¿Quién diablos era Hyoga? ¿Se habría equivocado? La agrimonia no era una flor particularmente popular para regalar, ¿qué pretendía ese tal "Hyoga" con ella?

Aprovechó la monotonía del lunes para pensar en el significado de aquella flor, deseando que no llegara ningún cliente tan estrepitosamente como la vez anterior.

Y pensando en su encuentro de la semana pasada, a Shun se le ocurrió: ¿Sería este Hyoga el cliente malhumorado de la otra vez?

-Agrimonia...- se dijo para sí. -Agradecimiento...

Todo encajaba, el sujeto había quedado impresionado por su entendimiento de aquel colorido lenguaje, y había demostrado cierto interés por aquella práctica, ¿tal vez esta era su manera de agradecerle por sus servicios?

Bastante poético, tenía que admitir.

Con más dudas que pruebas, Shun dio por hecho que "Hyoga" era el cliente del lunes anterior, fuera este su nombre real o no; y, al carecer de evidencia más concreta, concluyó que jamás sabría con exactitud quién había enviado la agrimonia y por ende, quién era Hyoga; así que mejor pensar que era el atractivo sujeto que tanto había ocupado su mente en los últimos días.

Pensó en poner la florecita en un florero sobre la recepción, pero aquello era algo especial, así que prefirió llevársela a casa y secarla entre las páginas de un libro, para conservarla colorida para siempre.

Forget-Me-NotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora