Think of Me

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Aquel lunes no recibió un cliente en absoluto, tal vez el rumor de la semana pasada había corrido tan rápido como la pólvora. Aún así, el peliverde no bajó sus ánimos, pues su flor llegó puntual al suelo de su tienda.

Esta vez no era una sola flor la que le daba la bienvenida, sino un pequeño ramo de cinco preciosas flores.

Pensamientos.

Con sus hermosos pétalos morados, amarillos y blancos. Esa flor era una verdadera maravilla, amada por muchos pero conservada por pocos. Y lo que querían comunicarle esa mañana era obvio.

"Piensa en mí..."

¿Acaso era una broma?

Todo lo que había hecho desde que "Hyoga", o el hombre que potencialmente era Hyoga, había dejado su tienda con aquel horrendo ramo de flores, era precisamente pensar en él.

Sonrió ante la ingenuidad de su admirador y observó las florecitas por un rato con la misma boba sonrisa, no tenía nada mejor que hacer.

Era claro que Shun pensaba en Hyoga, pero... ¿y al revés?

No tenía forma de saberlo.

Si las flores pasaban por la rendija del correo, entonces Hyoga iba a la tienda entre el sábado por la tarde y el lunes en la madrugada. Tal vez podía dejarle un mensaje en la puerta del local, pero se arriesgaba a que algún otro ciudadano no honrado se lo llevara.

Afortunadamente para el florista, el lenguaje de las flores tenía ciertos trucos para esta clase de situaciones. Los victorianos aprovechaban este lenguaje para enviar mensajes a sus amantes y cortejos, cuando las condiciones y reglas sociales no era favorables para su amor; y Shun se las sabía todas.

Buscó en el local desierto la flor que aliviaría sus dudas: el diente de león, uno viejo, que pudiera servir su cometido.

Aquella bola esponjosa que las personas ansiaban soplar y observar los pequeños peluditos flotar y perderse en el aire.

La tradición dictaba que, podías pensar en el mensaje que querías hacer llegar a tu amado, y soplar en la dirección en la que este se encontraba. Pero como Shun no tenía ni idea de en qué punto cardinal se encontraba Hyoga, optó por el método número dos.

Este consistía en soplar la bola fofa, si al final una de las semillas peludas permanecía en el tallo quería decir que aquel responsable de todos tus suspiros y dueño de tu corazón, estaba en efecto, pensando en uno.

Shun no lo pensó más, y armándose de valor cerró los ojos y sopló suavemente hacia la peluda flor.

Tenía miedo de abrir los ojos. Era sólo una boba superstición, pero el desenlace lo hacía estremecerse.

Lentamente sus ojos se abrieron, enfocándose en el tallo que aún conservaba en la mano.

Para su deleite, un pequeña semilla continuaba de pie, incrustada en el centro de la flor.

Invadido de gozo, el peliverde dejó escapar una risita.

Hyoga quería que Shun pensara en él, porque Hyoga tampoco podía dejar de pensar en Shun.








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Hola!

Se fue la luz y apenas regresó, por un momento creí que hoy no habría capítulo.
Pero aquí está, puntual (casi, aquí aún es lunes 😉) y sin falta. 😁

Forget-Me-NotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora