Apenas Kara entró al local, se quitó sus aviadores y se encontró con dos mujeres conocidas mirándola con la boca abierta.
—¿Algún problema? —preguntó.
Kara fruncía cada vez más el ceño de su cara al no obtener una respuesta de las otras chicas, esto no le gustaba nada. Todas sus alarmas empezaban a sonar, ya había cedido la comodidad de su casa por obligación de su psicóloga, no quería perder su segundo hogar tampoco. La rubia sacudió la cabeza y trató de tranquilizarse —¿Qué... qué hacen aquí? —les preguntó un poco nerviosa.
—¡MIREN ESTO! —Maxwell se había levantado de su puesto y se acercaba al grupo —GRAN P NUEVAMENTE DEJANDO CHICAS CON LA BOCA ABIERTA —festejó caminando hacía Kara —No te cansas de hacerlo ¿Cierto? —le dijo riendo a la rubia para luego aprovechar para abrazarla.
Todo esto para Lena era algo absolutamente nuevo en ella, en un abrir y cerrar de ojos pasó de estar aterrada por una aguja clavándose en su cuerpo a estar intrigada por cada tatuaje en el cuerpo de la rubia. Para nada consideraba atractiva semejante cantidad de dibujos en la piel de una hermosa persona, es más de hecho solía cruzar cuando alguien así se le acercaba, pero en Kara era otra cosa. Claro que el abrazo entre Kara y el chico de barba logró que Lena no pudiera distinguir los dibujos, y empezó a preguntarse, porque la rubia se alejaba de ella mientras que las otras personas podían abrazarla, no lo entendía. Justo cuando varias preguntas iban a salir de su boca, a la morocha que había estado esperando en los sillones la interrumpió.
—Zar —con una voz sensual y con un vaivén digno de admirar la mujer se acercaba a Kara cual depredador a su presa. El vestido apretado y, si le preguntan a Lena, de estilo ramera, que usaba, nada dejaba libre a la imaginación —Que lindo verte de nuevo —Dejo un beso en la mejilla de la rubia haciendo que la misma bajara avergonzada su cabeza, Lena quiso sacarle de un cachetazo la sonrisa de boba que puso ante la chica y restregarle con un trapo la cara hasta que se le saliera la pintura labial que le había dejado —Ya te estaba extrañando —seguían los elogios.
La rabia de Lena aumentaba a niveles inesperados. Un abrazo de un chico pasa, pero un beso de una descarada mujer ya era mucho. ¿Por qué todo el mundo tenía derecho de tocarla, si a ella se lo negaban?
Aún avergonzada, Kara alzó los ojos hacia la morocha —¿Estás lista? —Preguntó de forma profesional —¿Te preparaste como te pedí? —al parecer el tatuaje de la mujer requería de ciertas cosas de alguna determinada manera.
—Por supuesto —la mujer giró dándole la espalda a la rubia —¿Esto está bien? —para nada lenta, la mujer agarró el final de su vestido y lo levantó dejando ver un tanga. Apenas se veía una tirita de estampado de leopardo.
Lena sintió a Samantha murmurar un "Dios mío" y no pudo evitar girar los ojos, un silbido que provino de Maxwell hizo que los demás volvieran a girar por segunda vez consecutiva y además hizo que la mujer que aún tenía levantado el vestido sonriera sin pudor. Pero la cara de Kara, que era el destino de la mirada de Lena, estaba totalmente inmutable. Miraba el trasero de la chica como Picasso debería haber mirado sus lienzos. Para la rubia esa era su hoja en blanco.
—Perfecto —concluyó Kara —Maggie —Miró a la jovencita —¿puedes acompañar a Lisa a mi oficina? En unos minutos estoy ahí, ve preparando todo por favor —pidió para después volver hacia la mujer ahora vestida —ya estoy contigo —le dijo.
La mujer le sonrió y se acercó aún más a ella —No te demores —susurró para nada suave y dio media vuelta para seguir a Maggie y para que ambas desaparecieran por la puerta que estaba en la pared del fondo.
—¡GRAN P VUELVE A ANOTAR! —grito Hayashi para hacer reír a Maxwell también Kara estaba cada vez más colorada.
—¡GRAN P EL IMPARABLE! ¡GRAN P CONQUISTA EL MUNDO! —gritaba Maxwell con tono de emperador.
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No Soy Para Ti (Adaptación Supercorp)
Hayran KurguLena Luthor, una millonaria inversora llega a National City acompañada de su socia y mejor amiga con el propósito de arrasar con todo y agregar más logros y millones a su perfecta y controlada vida. Nunca pensó que sus prioridades iban a cambiar de...