Estoy temblando.
Ni siquiera sé si es de frío o de la rabia que estoy sintiendo al ver uno de los retrovisores de mi preciada posesión en el suelo. ¿Acaso es idiota? ¿Cómo puede hacerme esto y decírmelo tan tranquilo?
Quiero golpearlo, quiero arruñarle la cara, quiero decirle un montón de cosas que lo hagan sentir la persona más idiota del mundo. Sin embargo, no me muevo, estoy en estado de shock, mirando al suelo. Es la primera vez que le ha pasado algo a la moto. Jamás, desde que la compré, le había hecho ni un sólo rayón.
¿Por qué mierda iba a hacerlo alguien más?
Mis dientes rechinan y estoy segura que no es por el frío, quizás un poco, aunque aún más la ira que siento por dentro.
—Estás temblando.
Levantó la mirada para verlo, él tiene una sonrisa en el rostro que se le borra de inmediato al verme.
—Estás jugando con fuego, Asthon —anunció, sin ninguna emoción en mi voz— No te gustará meterte conmigo.
—Tu empezaste esto, estamos a mano.
Cuenta hasta tres, no lo mates, no le saltes encima.
—¡Fue un jodido accidente! —explotó— ¿Cuando lo entenderás? Yo no tengo la culpa de que te estacionaste en dónde claramente no podías.
Sus ojos se achican de la rabia.
—Pues no me arrepiento.
—Voy a matarte.
No digo más nada, con mi cuerpo entumecido lo rodeo, para entrar en el lobby, el portero me ve reojo, las personas ya me conocen, cuando veo a un punto fijo y estoy transpirando más de lo normal, todos saben que estoy enojada, y que no pueden hacer nada.
Así que cuando marco el botón del elevador con más fuerza de la necesaria, él muerde su lengua para no decirme nada. Sé que no debo hacerlo, pero realmente estoy ida del razonamiento sensato. Las puertas se abren, entro y marco mi piso, cuando veo a Asthon delante de mí, tomó una respiración sin dejar de mirarlo.
—Tu vas a subir por las escaleras.
Las puertas comienzan a cerrarse en su cara. Sin embargo, mete sus manos entre ambas, abriéndolas a la fuerza para entrar en el cajón de metal. Estoy estática, errática de la rabia.
—Tu no me dices que hacer.
Las puertas se cierran y ninguno dice nada. Tengo mis manos extendidas a mis lados, no hago ningún movimiento, porque de hacerlo él esperara algo de mi parte y lo único que soy capaz de hacer es de darle un puñetazo.
Hasta hace un momento tenía hambre, ya no. Simplemente no siento nada más que rabia contenida dentro de mí. Necesito romper algo, necesito gritar si es necesario, que lo es. Pero recuerdo que ya no vivo sola y que no puedo hacerlo.
Al entrar al departamento tiro la puerta con fuerza, está nunca se cierra, veo por encima del hombro cómo mete su pie para que la misma no cierre. Me dirijo a la cocina sintiendo que sigue mis pasos, abro la nevera sacó un paquete de cinco cervezas, paso por su lado sin darle una mirada y camino hasta mi habitación.
Doy un portazo y me siento en el suelo a tomarme una cerveza. Creo que es lo único que puede relajarme ahora. Soy una persona bastante impulsiva que, de hacerme algo o no, de buenas a primeras te intercepta un golpe. Yo no soy de llorar por algo o mínimo por la rabia, simplemente busco la manera de relajarme sin intentar hablar las cosas. Sin embargo,ahora estoy haciendo justo eso.
Estoy llorando sentada detrás de la puerta de mi habitación tomando una cerveza.
Qué irónica es la vida algunas veces.
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Departamento 203
Teen Fiction¿Recuerdas cuando fue la última vez que te permitiste sentir? Cuando el destino está lo suficientemente enfrascado en que todo te salga mal, nadie puede librarse. Janine ha pasado toda su vida enfocada en dos cosas: no interesarse en lo que piensen...