🔥 Capítulo dieciséis 🔥

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—¿Qué haces aquí? —solté, girandome para verlo y tomar un poco de distancia.

Mis manos ya no estaban en mí cintura, estaban hechas puños a mis lados. Joder que me había dado un tremendo susto, y encima, se había colado en la habitación. ¿Que hubiera pasado si yo estuviera haciendo otra cosa a parte de bobear con mi reflejo?

Me estremecí de solo pensarlo.

—Pues, está es mi casa, no creo que tenga que pedir autorización para estar en algún sitio. —aclaró con toda la confianza del mundo, cómo si fuera algo más.

—Dentro del baño, me refiero —argumenté, de malas maneras—. No puedes entrar aquí si yo lo estoy, estás invadiendo privacidad.

Sonrió con sorna, antes de dar un paso hacía mí.

—¿Sí? —desafió— La puerta no tenía ningún tipo de pestillo, por lo que, era una clara invitación.

Jadee, ¿invitación? Alcé una de mis cejas con desconfianza, y poco después crucé mis brazos sobre mi pecho.

—¿Invitación? —repetí— Sabes perfectamente que no puedes estar aquí.

—Pues ya lo hice —se encogió de hombros— Quería aclarar algo...

Sus ojos se deslizaron por toda mi silueta a través del espejo. Me removí incómoda en el sitio. No me gustaba lo que veía en sus ojos.

—¿El que? —murmuré.

—Que no eres la novia de mi hermanito.

Mis brazos perdieron fuerza. Sin embargo, mi actitud no cambio en ningún momento. ¿Cómo él sabía aquello? ¿Era una trampa? Sabía que fuera lo que fuere, tenía que negarlo. Todo, sin importar el que.

Afortunadamente antes de que pudiera decir algo, la cabeza de Asthon apareció por la puerta. Lo miré con nerviosismo dando un paso atrás.

Sus ojos se oscurecieron al instante, la puerta se abrió de golpe, tras eso Mateo se alejó de mí, con una sonrisa ladina en el rostro.

—Ash, tu hermano se ha colado en la habitación mientras estaba dentro. —me apresuré a decir.

Puede que quizás, pareciera una nena que iba a contarle todo a la primera persona que encontrase. Sin embargo, Mateo me había puesto muy nerviosa. Su mirada, su actitud, la forma en la que todo parecía darle igual. Y para la cereza del postre, la carcajada que soltó la escucharme hablar.

El moreno no me miró a mí, si no a la otra persona en la habitación. Por segundos ambos solo mantuvieron un contacto visual bastante extraño, en el que la tensión era bastante palpable. Yo solo quería salir de aquí.

—Calma, hermanito, calma. —añadió entonces el mayor de los Miller, cómo si fuese algo más.

Asthon, por su parte, abrió la puerta, y con una de sus manos señaló hacía afuera.

—Sal de aquí, Mateo. —soltó entonces con dureza.

El mismo, alzó las manos hasta la altura de su pecho, con una completa actitud de distancia, cómo si nada hubiera pasado.

Me apresuré a ser yo la que saliera del sitio, rodeé al culpable de mi nerviosismo y por ende choque con el hombro de Asthon, no me detuve, quería alejarme de allí al instante. Sin saber muy bien a dónde dirigirme, terminé en la habitación de Asthon, no sabía que era suya. Solo que al entrar, me lo imaginé al instante.

Me arrepentí a los segundos, solo que, quería estar sola, no quería encontrarme con la madre de Asthon, así que simplemente me quedé dentro de esas cuatro paredes azúl marino, con distintos libros, carros y desastre por todos lados. En la misma encontré mis cosas, perfectamente ordenadas en un rincón.

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