Fingir que nada de lo que había sucedido anoche sucedió, iba a ser completamente en vano. Pues, mi mal humor mañanero era demasiado obvio, además, mis ojos parecían haber sido comida de abejas en la noche.
La verdad, no me importaba que el idiota de mi compañero de piso me vea de esa manera, es decir, no me importa su opinión. Pero mi orgullo, ese mismo que me hacía mantener la mirada firme y la loca idea de enrollarme con su amigo por lo que me había hecho pasar, ese mismo no pretendía dejar que las personas me vieran con la guardia bajo.
Así que tenía una hora de haberme despertado, y no sabía cuántas mezclas de cuantos tratamientos faciales me había colocado, pero mi cara no parecía dejar de parecer un balón, y mis ojos muchísimo menos. Así que me rendí.
Me rendí, y me dio completamente igual. Arreglé mi jersey, mis cosas dentro de mi mochila y salí de mi habitación con la frente en alto, con las llaves de mi moto en una de mis manos y la frase correcta para iniciar la mañana sin arrepentimientos.
¿Que si era una mala idea? Pues no me importaba, ya luego podría arrepentirme de ello. En este preciso instante nada podría importarme menos.
Y ahí estaba, de espaldas hacia mí, está vez mantenía su teléfono en su oído mientras tensaba con fuerza los músculos.
Caminé con paso seguro hasta llegar al salón, tirar mi bolso en el sofá con fuerza captando su atención, el chico se giró hacía mí, me escaneó con la mirada y en ese preciso instante, cómo en otras ocasiones, no había sentido absolutamente nada. Ni el cosquilleo, nada.
Bien hecho, Janine. Mantén el control.
Cuando los ojos del moreno dieron con los míos, la sorpresa fue clara, tan clara que no se molestó en ocultarla, frunció el ceño y tras unos segundos de pensarlo, entendió porque me encontraba de esa forma.
No era muy complicado entenderlo, me dijo prácticamente que era una "cualquiera" y después de eso no salí de mi habitación para nada. De hecho, ni siquiera había comido algo luego de trabajar, ni había logrado bañarme, nada.
Yo lo rodeé para llegar hasta la cocina, tomar una fruta y un poco de agua, no tenía que saberlo mucho para tener en claro que me estaba siguiendo con la mirada. No hasta que se escuchó un grito desde su celular.
Ah, es que todavía estaba hablando por celular.
Giré sobre mis pies, y fue entonces que él pronunció unas palabras después de varios minutos, y la verdad, eso no pudo haberme dejado más helada.
—No tengo novia, no la llevaré a casa, no me interesa lo que tengas para decir, mujer —soltó, un poco cansado—. Es solo una chica que encontré en la calle, solo eso.
No estaba hablando de mí, ¿verdad? ¿Una chica que encontró en la calle?
Me límite a no darle más vueltas al asunto, a fingir que no había escuchado nada. Pero lo que sí no podía dejar pasar era el agrio sabor que estaba sintiendo mi estómago en ese instante.
La verdad es que tenía que dejar de pensar que todo lo que él decía tenía que ver conmigo. Nada me lo afirmaba, sin embargo, nada tampoco me decía lo contrario.
Suspiré, negando con la cabeza mientras dejaba en el mesón el agua que ni siquiera había probado, para llegar hasta el sofá y tomar mi bolso con firmeza. Sabía que Ashton seguía viéndome, así que, hice lo mismo, y no me importó en lo absoluto decirlo en voz alta hasta de abrir la puerta del departamento.
—¿Podrías conseguirme el número de Luca? —esbocé una sonrisa falsa, él, me miró extrañado, sin comprender— Tengo algo importante que hablar con él.
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Departamento 203
Fiksi Remaja¿Recuerdas cuando fue la última vez que te permitiste sentir? Cuando el destino está lo suficientemente enfrascado en que todo te salga mal, nadie puede librarse. Janine ha pasado toda su vida enfocada en dos cosas: no interesarse en lo que piensen...