𝙅𝙐𝙇𝙄𝙀𝙏𝙏𝙀 𝘽𝘼𝙆𝙀𝙍, una adolescente que ha vivido durante toda su vida enferma. Es alguien imaginativa e inteligente, vive confinada en casa porque si sale de ella podría morir. Juliette se enamora de Miguel, su vecino, aunque ambos chicos...
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Aunque Juliette fuera una chica que trata de pensar positivo, es imposible que no se sienta cansada de su rutina. Ha aprendido a vivir con ella, sí. Pero la sensación que le da cuando se pone a pensar que jamás podrá salir de su casa la abruma completamente, la hace sentir estúpida y ridícula. La hace sentir mal. Durante toda su vida ha vivido con este problema y siempre trata de convencerse así misma de que todo estará bien, de que todo pasa por algo. Pero, ¿por qué a ella?
Juliette solo deseaba tener una vida normal como una adolescente de su edad. Deseaba poder salir de su casa. Salir de la misma zona en la que ha estado día y noche durante 15 años. Su vida la aburre, su vida la estresa, su vida se empieza a derrumbar.¿Por qué tenía que vivir ella ese infierno? ¿Acaso hizo algo mal? ¿Acaso merecía todo esto? Son preguntas que ni su propia madre podía responder.
La menor decidió tomar una ducha, pues el sobrepensar todas esas cosas la habían hecho tener dolores de cabeza. Necesitaba un baño. La única forma en la que podía sentir el agua y sentirse abrazada. Juliette no se había inmutado en desvestirse, estaba muy cansada como para hacer algo más que estar en el agua. Quería estar en paz por unos segundos, o quizás para toda la vida.
Quería descansar en paz.
La castaña llenó la tina de agua y se sumergió completamente en esta cerrando los ojos. Algunos chorros de agua se derrumbaron por los bordes de la tina al adentrarse en ella, dejando el piso lleno de agua. Todos los momentos que había vivido junto con sus seres queridos pasaban como en una película por su mente.
Ella ya no quería seguir viviendo así.
¿Realmente iba a rendirse? Tal vez. Pero el dejar a su madre, a sus amigos y su pasión por la música y el arte la detenían. Ellos y esas simples cosas eran su soporte.
Al sentir la falta de aire Juliette sacó su cabeza rápidamente del agua y tomó aire profundamente. Las lágrimas no tardaron en salir y todas esas emociones empezaron a atacarla. Se sentía débil, se sentía mal, se sentía triste, se sentía enojada. Enojada con ella misma por ser una persona tan frágil.
El baño se llenó de sollozos que provenían de la castaña, quien se encontraba sentada en aquella tina, con la ropa, cuerpo y cabello mojado. Abrazando sus piernas y recargando su frente en sus rodillas.
No había nadie en casa.
“Cómo siempre” pensó.
Juliette salió débilmente de la tina y se enrrolló con una toalla, dándose calor así misma. Se dirigió a paso lento a su cuarto y se recostó en su cama, los dolores de cabeza no habían parado, pero sentía sus párpados cansados. Inconscientemente se quedó dormida en el colchón ahora húmedo, como su única protección tenía la toalla, la cual ahora en vez de darle calor le daba frío. No tenía ganas de nada.
