𝙅𝙐𝙇𝙄𝙀𝙏𝙏𝙀 𝘽𝘼𝙆𝙀𝙍, una adolescente que ha vivido durante toda su vida enferma. Es alguien imaginativa e inteligente, vive confinada en casa porque si sale de ella podría morir. Juliette se enamora de Miguel, su vecino, aunque ambos chicos...
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JULIETTE BAKER
El día se tornó lluvioso de repente. Madeleine y yo nos encontrábamos recostadas en el suelo de mi habitación mirando el techo, era como nuestro pasatiempo favorito. Mirar el techo.
Cada que mirábamos el techo, yo me ponía a pensar reflexiamente sobre mi vida.
Últimamente los pensamientos negativos me abrumaban cada vez más, y eso me tenía cansada, tenía ganas de rendirme.
¿Era eso egoísta? ¿Querer descansar en paz era egoísta de mi parte?
Por alguna razón mi mente empezaba a cambiar, mi mente jugaba en contra mía. Era como un laberinto del cual es imposible salir, del cual es imposible encontrar la salida e incluso la entrada por la que alguna vez pasé.
Mis ojos empezaban a picar y las lágrimas amenazaban con salir, pero llorar es lo que menos quería en estos momentos. No quería verme débil ante alguien más, ni siquiera ante mi madre. Sentía que solo gastarían sus energías en mí y desperdiciaran gran parte de su preciado tiempo.
Aunque trate de convencerme que las cosas mejorarán, nunca pasa. Siento que todo me sale mal.
Ser fuerte, duele.
Me di cuenta que nadie más podría ser mi destrucción, tan sólo yo. Que soy mi propia compañía, mi propio mundo, mi propia vida y algún día hasta mi propia muerte.
¿Algún día llegará la hora de mi muerte?
Tal vez algún día...
Quizás no me siento perdida por completo (quizás sí), simplemente a veces no sé dónde termina el mar que llevo dentro y me ahogo.
El aire me empezaba a faltar y la respiración cada vez más se me hacía más difícil de controlar. R
ápidamente abandoné mi posición del suelo y levante mi torso para así quedar sentada en el suelo, empecé a toser.
— ¿Jules? ¿Qué pasa? — Madeleine preguntaba con preocupación al mismo tiempo que se sentaba.
Negué con la cabeza — No te preocupes, estoy bien — contesté como pude.
No estaba bien.
— Claro que no estás bien. Iré a llamar a Marie — se levantó del suelo y antes de que yo pudiera decir algo, ella salió corriendo de la habitación.
