𝙅𝙐𝙇𝙄𝙀𝙏𝙏𝙀 𝘽𝘼𝙆𝙀𝙍, una adolescente que ha vivido durante toda su vida enferma. Es alguien imaginativa e inteligente, vive confinada en casa porque si sale de ella podría morir. Juliette se enamora de Miguel, su vecino, aunque ambos chicos...
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El día era nevado.
Miguel se encontraba sentado en el borde de su cama, mirando una foto.
Una foto de él y Juliette.
Ya habían pasado 4 meses desde la muerte de Juliette, era simplemente difícil tratar de ser feliz. Aunque él lo intentaba con todas sus fuerzas cada día.
Miguel miraba la foto que se encontraba entre un marco que ella misma diseñó, en la esquina de este traía el nombre de él y ella. Era una foto especial. Esa foto se las había tomado Marie el día que empezaron a salir.
La sonrisas de Juliette y de Miguel en esa foto eran lo que más resaltaba. Sus sonrisas demostraban la gran felicidad que ambos sentían en esos momentos y el gran amor que se tuvieron.
La puerta se abrió dejando mostrar a un niño pequeño. Era su hermano menor.
- Mikey... - habló entrando a la habitación.
Miguel rápidamente limpió sus lágrimas y sostuvo el marco con una mano.
- ¿Qué pasa? - preguntó forzando una sonrisa.
El pequeño lo miró confundido - ¿Estás llorando?
Miguel negó con la cabeza levemente.
- No es nada, en serio. Dime, ¿qué sucede? - dijo.
El niño se fue acercando poco a poco a su hermano mayor, quedando sentado a lado de él. Miró la foto.
- ¿Quién es Jules? - preguntó al ver el nombre que se encontraba escrito en la punta del marco.
La triste sensación estaba devuelta.
Miguel lo miró nostálgico.
- Jules... Jules fue mi primer amor - respondió.
Su hermano simplemente frunció el ceño y quedó en silencio.
- Me gustaría recordarlo de esa manera, pues siempre será mi primer y último gran amor.
El menor no logró entender mucho de lo que su hermano había dicho, sin embargo, supo que él no la estaba pasando bien.
Al no entender la situación del todo se limitó a abrazar a Miguel, y este le correspondió. Ambos quedaron juntos en un cálido abrazo por un buen rato, mientras que el mayor empezaba a derramar unas cuantas lágrimas.
