|| Chapter 12 ||

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La residencia Swan era justo cómo me la esperaba, aunque un poco más grande. Dos niveles, de color blanco con un pórtico bastante decente. El interior de la casa, como era de esperar por la profesión del dueño, no desprendía ninguna vibra hogareña; más bien iba en sintonía con sus propietarios. Sencillo, casi impersonal, sin ser desordenado ni de mal gusto.

Cómo dijo el sheriff, su casa no estaba muy lejos de donde estaba varada. Llegamos en unos quince minutos e inmediatamente al llegar, Charlie me instaló en el sofá de la sala prometiendo–con herramientas en mano–que no tardaría más de media hora en volver con mi auto, aprovechando el aventón que le dió un compañero de trabajo qué pasó a saludar. Lo que nos lleva al siguiente escenario.


Charlie, al desconocer los términos en los que nos encontrábamos su hija y yo, y aprovechando que estaba en casa, le pidió a Isabella que atendiera a la invitada–o sea yo–e hiciera todo lo posible para mantenerme cómoda hasta que el llegara. 

Fueron varias las veces en las que le insistí al castaño para acompañarlo a arreglar el vehículo y ayudarlo, más no sirvió de nada. Alegaba que podía solo y que sería de mala educación que rechazara la cortesía que me ofrecía. Ante esto no tuve otro remedio más que aceptar. 


En el momento en que Isabella me vió en su sala de estar, valla que debí tomar una fotografía, su cara se volvió todo un poema y yo no pude evitar disfrutarlo un poco. 

Entonces llegamos aquí. 

El jefe Swan ya se había ido y su hija y yo permanecíamos sentadas en silencio, con una prudente distancia, alejadas una de la otra por elección de la humana, cosa que no me desagradaba para nada. Sin embargo, el silencio se vió roto por el carraspeo de la castaña que se removía en el sillón de enfrente, bastante nerviosa. Eso me estresaba porque era desagradable sentir su incomodidad intensificarse, se sentía asfixiante. No sé cómo Jasper podía soportarlo.


—Tranquila, Isabella. No voy a hacerte daño.—ella apuntó su mirada a mis orbes ligeramente ambarinos, con duda. Me pareció una idea divertida el mortificarla un poco más, así que proseguí. —No cuando tu padre sabe que estoy aquí, a solas contigo...—sonreí ladina. —aunque siempre puedo atar cabos sueltos.


Su cara volvió a transformarse, ahora demostrando horror en sus facciones. Yo reí, tratando de contener las  carcajadas que amenazaban con salir. 

Obviamente no la lastimaré, eso sería contra producente de varias maneras. Mucho menos a Charlie que, a pesar de ser su padre, no se parecen en nada–en lo que a personalidad se refiere–y me cayó bastante bien.

Ella estaba sintiendo muchos nervios y me empezaba a hastiar debido al don de Jasper, así que la calme mínimamente.


—Solo te estoy vacilando, Isabella. 


—Entonces ¿qué haces aquí?—se animó a preguntar, con el poco coraje que consiguió.


—Vine aquí por tu padre.—sonreí maliciosamente. Ella tembló en su lugar, nerviosa. Yo me burlé con descaro y decidí corregir lo dicho antes de que saliera huyendo. —Estoy aquí porque Charlie fue a arreglar mi auto. En un rato lo traerá así que no tendrás que compartir conmigo mucho tiempo.


—Mi padre no es mecánico.


—Para la poca importancia que le das a tu padre, me sorprende que sepas que es policía en vez de mecánico.—ella me miró con confusión, al mismo tiempo sintiéndose ofendida por mi comentario. —Sabes de que hablo.

Twilight: polyamory.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora