Capítulo 13: Steve

78 4 2
                                    


Narra Steve

Todo lo que preparé lo hice con demasiado sentimiento. Una gran cena que Nancy, Dustin y Robin me ayudaron a cocinar: muchas patatas fritas (ya que sé que le encantan. Le pregunté a Once, no es que la espiara...), nuggets, una gran tortilla y muchos pastelitos que, en un orden determinado, forman una frase.

Todo lo pongo dentro de un globo aerostático en el que nos montaríamos a cenar mientras observamos las vistas. Cuando vi la oferta, me lancé de lleno. Solo espero que no le de por tirarse o algo.

Paso a recogerla y cuando sale, tengo que contenerme para que no se me vayan los ojos. Está hermosa con ese outfit: minifalda blanca, botas altas negras y un top que deja poco a la imaginación. Yo que pensé que ya había tenido una bendición por conocerla...

-T/N, si no quieres tener mi mirada encima tuya todo el rato, ya estás buscando unas gafas negras para que no veas donde tengo los ojos.

-Me importa poco dónde mires. No me pongo esta ropa para pasar desapercibida. La vista está para admirarla.

-Estupendo. Monta en el coche. Ah, y ponte esta venda en los ojos.

-Esto tiene pinta de que me vas a encerrar en tu sótano y me vas a violar sin piedad.

-No te voy a encerrar en ningún sótano, y no te voy a tocar a menos que tú lo consientas.

-Me siento alagada, Harrington, pero arranca o nos quedaremos toda la noche hablando de violaciones.

-Tienes razón.

Llegamos al cabo de cinco minutos y la voy guiando por el extenso campo hasta llegar al punto de encuentro.

-Vale, mira esto.

Se quita la venda y chilla como una niña de cinco años con un nuevo juguete.

-Tienes suerte de que no le tengo miedo a las alturas ni estoy en modo suicida, porque habría sido el peor plan.

La suerte está de mi parte. Bien hecho.

Justo cuando se mete, se da cuenta de toda la comida que hay dentro y, como premio, me besa.

-Gracias, Harrington. Es genial.

-Gracias a ti por darme una oportunidad. Te quiero, lo supe desde que viniste a la fiesta y ya no lo dudo.

No hay respuesta. Tampoco la esperaba, ya que sé que todavía está indecisa.

-Y...¿la pasaste bien con Billy ayer?

-Oh, sí. Fue increíble.

-Creo que no quiero hacer más preguntas.

-Tampoco iba a contestarlas, celoso.

-Auch -digo, con una mano en el pecho-, mi confianza fue traicionada.

-¿Enserio crees que no te tengo confianza?

Para pillarme por sorpresa, estampa su boca contra la mía y yo le sigo el juego.


Al rato, volvemos a tierra firme.

-Me ha encantado esta noche contigo, Harrington. La próxima te invito yo a un baño en el lago Lovers, ¿vale?

-Espera...¿habrá próxima vez? ¿Y, has dicho "Lago Lovers"?

Ella me guiña el ojo y se mete en su casa. Yo empiezo a saltar de alegría y a pegar al aire de la emoción cuando unos golpes me interrumpen mi momento: T/N me llama desde la ventana. La vergüenza me invade cuando me doy cuenta de que ella me ha visto hacer ese ridículo.

-¿Qué pasa, linda?

-Lo he pensado y...¿no te parece muy tarde para que vayas a casa?

-No sigas. Sí, me quedaré contigo a dormir.

Subo a su habitación y me la encuentro en un pijama calentito de algodón. Lindos sueños iba a tener si era tan adorable.

-No hay de qué preocuparse. Once y Will están en una pijamada en casa de Mike con los demás, Jonathan está con Nancy y mis padres de vacaciones. Resumen: casa sola.

-Estupendo. Así podemos hablar toda la noche.

-Sí...vamos a tumbarnos.

Me tumbo en el suelo y me acomodo. Ella empieza a reír.

-¿De qué te ríes?

-Pretendía que durmieras aquí conmigo, pero  bueno...-dice sin respirar casi-.

-Soy estúpido. Gracias por concederme el placer, linda.

-Coge un pijama de Jonathan. Luego lo devolvemos.

-Vale.

Y así empieza nuestra noche hablando de la vida; tumbados en la misma cama, entre las mismas sábanas, mirando directamente a los ojos del otro, con nuestras caras a diez centímetros de separación. Esto es mágico.

A la mañana siguiente me levanto pero T/N ya no está a mi lado. Oigo pasos y salgo al pasillo con el corazón acelerado. De repente, la veo a ella con una bandeja llena de dulces, zumo y tazas de leche caliente.

-Buenos días, guapo.

-¿Te parezco guapo?

-No, lo eres. Pregunta a cualquiera.

-La única opinión que me importa es la tuya.

Volvemos a besarnos. Estos días siguientes voy a extrañar sus labios.

Desayunamos y nos vestimos nuevamente. Ella cambia su outfit a uno más sencillo: shorts azules, camiseta de su talla con estampado de una canción de su banda favorita y unas deportivas blancas. Todo la queda bien. Es inevitable.                                                                                        Sale a despedirse de mí y yo me monto en mi coche, melancólico porque nuestra cita se haya terminado.

Stuck in your mind - Eddie/Billy/Steve y T/NDonde viven las historias. Descúbrelo ahora