Isaac Andersson.Habían pasado tan sólo dos días desde aquél desastre en la cocina de Lizzie. Intenté comérmela pero al parecer mi amor por ella es más fuerte que mi necesidad de digerir carne cruda.
Sería tan malo de mi parte, cuando fue ella la que me trajo de vuelta... al menos con un 60% de humanidad. Nadie me importa tanto como ella, ni siquiera mis padres. Ellos siempre estuvieron más ocupados en su divorcio, en sus amantes y sus problemas. ¡Gracias! Ahora tengo una nueva familia.
Cuando Lizzie me encontró en su cocina se quedó perpleja, y por un par de segundos quise arrancarle la cabeza, no es tan malo sí notamos que aún sigue con ella incrustada en su cuerpo... ¡y, volví de la muerte! Sólo son los efectos secundarios de haber sido marcado por un demonio y beber sangre de un ángel caído.
—¿Qué quieres comer? —cuestionó, mi mejor amiga.
Está muy asustada mientras rebuscaba en su nevera.
Tú, ¿podrías ser un platillo?
—¿Crees... que vas a necesitar tu brazo izquierdo? —la chica me miró desconcertada, quiso poner una sonrisa divertida pero parecía aterrada— ¡Es broma!
Parecía haberla aliviado.
—¿Cuándo demonios aparecerá Nick? —cuestionó dejando todo lo de la nevera en su lugar.
No lo sé, no soy yo al que quiere arrancarle el alma.
—Nunca se sabe —encogí los hombros.
Mi actitud estaba algo distinta pero sólo era mi sarcasmo aumentando.
—¿Te sientes bien?
La chica parecía extrañada acercándose a mí.
—Volví de la muerte, podría estar peor —Hice un gesto de disgusto—, iré a darme un ducha, ha hecho demasiado calor esta mañana.
La chica de ojos marrones me miro irónica, quiso esbozar una sonrisa pero se detuvo preocupada.
—¿De qué hablas? El día ha estado bastante frío —me tocó el brazo por unos segundos, se quedó perpleja— Isaac... pero... tú, estás mucho más frío que el helado de vainilla que está en la nevera.
Trató de no sonar preocupada pero su rostro decía otra cosa.
—¿Qué dices? He estado bien, sólo estoy un poco pálido y más hambriento de lo que debería.
Comenzó a ladear la cabeza como si fuese obvio que algo andaba mal.
—Isaac... estás mucho más, que sólo pálido —contuvo aire en sus pulmones—, pareces... es cómo si... estuvieses muerto.
Sonreí amargamente y me dirigí a su habitación, me puse frente a su espejo y pude notar de lo que hablaba, tenía demasiadas ojeras, el bronceado que conseguí había desaparecido, mi mirada había cambiado... Escuché como ella entraba, y acariciaba mis brazos por la espalda.
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El alma en su mirada
Mystery / ThrillerElizabeth Willer es una estudiante de preparatoria, tiene una vida agradable, y prometedor futuro. Todo parece ser bueno hasta que el Rey del infierno llega a decirle que es de su propiedad. Junto con su a mejor amigo deberán atravesar esas a ver a...