Elizabeth Willer es una estudiante de preparatoria, tiene una vida agradable, y prometedor futuro. Todo parece ser bueno hasta que el Rey del infierno llega a decirle que es de su propiedad.
Junto con su a mejor amigo deberán atravesar esas a ver a...
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Hola. Me alegra informarles que estaré subiendo capítulos toda la semana, estamos muy inspirados para seguir. Así que les regalaré dos capítulos. Publicaré este ahora y mañana el siguiente a las 9 de la noche.
Espero que les guste y sin nada más que decirles, espero que lo disfruten muchísimo.
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Morfeo.
—¿Cómo dices? —fruncí el ceño y me acerqué al heraldo que estaba junto al mortal.
—¡Ya te lo dije, Orfeo! —dijo el heraldo con desesperación mientras el mortal limpiaba la sangre que había en su nariz.
—¿Cómo es que tú la dejaste ir? ¿¡dejaste que se la llevara!?
—¿QUÉ SE SUPONE QUE DEBÍA HACER? ¿¡Matarlo!? —se frustró.
—¡Eres su guardián! ¡Es exactamente lo que se supone que harías!
Se acercó a mí en forma de reto. En mi mente navegaron mis maneras de matarlo pero Luzbel era el culpable, y no un maldito niño.
Sabía que iba a venir un reproche meramente humano pero me agradaba que siguiera siendo humano.
—¡Eres un eterno, y eres su hermano! ¡¿No crees que deberías ser tú el que haga algo?! Estoy cansado de ustedes, cansado de esto. ¡Se llevó a Lizzie! ¡A mi Lizzie! —se dió dos golpes de pecho retumbantes mientras yo pedía por paciencia—. ¿Sabes lo que significa? —me golpeó el pecho con su dedo índice. Y no lo evite porque era solo un chico, sabía que estaba sufriendo— Orfeo... es Liz. ¿Por qué?
—Es suya —musité sin tener el valor de decir algo más—. Si lo retamos ahora puede haber consecuencias.
—¿Crees que me interesa? ¿¡Tú lo crees!? —frunció los labios y apartó la mirada de mí, dando la vuelta.
Sus ojos tenían lágrimas que no quería derramar.
—¿QUÉ SE SUPONE QUE HAGA, ORFEO? ¿QUÉ? —llevó sus manos a su cara, deslizando sus antebrazos a su cara hasta envolver su nuca con los dedos. Apretó su manos con los puños, y giró hacia mí para respirar y dejar que su frustración se transmitiera en mis ojos. Bajó ligeramente los brazos.
