Capítulo 6; Dame tu alma

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Los capítulos son muy cortos pero espero les agrade esta historia.

La luz de la luna puede hacer de una velada la más inolvidable.

Isaac dormía con una mano en el pecho, la luz del sol iluminaba la recámara, y también su piel. No pude evitar esbozar una sonrisa, Isaac me transmitía tanta calidez. Me incorporé despacio de la cama tratando de no irrumpir en sus profundos y quizá pervertidos sueños. Tomé un ducha con agua tibia y me dirigí a la cocina, necesitaba mi café para iniciar el día.

¿Qué es ese olor tan agradable?

Mi nariz se topó con en dulce aroma del café, aparentemente alguien ya se había adelantado.

—¡Buenos días! —dijo el chico pálido acomodando dos tazas de café en la mesa.

Me quedé a un escalón de bajar para contemplar esa linda imagen de él acomodando la mesa con tazas de café, su cabello a la luz del sol por la mañana era simplemente un deleite.

—¿Cómo dormiste? —pregunté.

—Pude dormir mejor. —se deslizo hacia mí—. Toma asiento —su mano se dirigió a mi espalda mientras separaba la silla del comedor.

Mis mejillas estaban hirviendo al sentir su tacto en mi espalda.

—Gracias... esto es muy dulce de tu parte —dije tomando asiento.

Se sentó al frente de mí, esos ojos hacían que mi cuerpo tuviese algún tipo de choque eléctrico.

—Lo que ocurrió ayer —me tomó de la mano—, preferiría que lo olvidaras.

Cuando escuché esas palabras me sentí sumergida en su mirada y no me quedó más que aceptar, por un momento no le tomé importancia.

– ¿De qué hablas? —pregunté

–La fiesta de anoche... Fue divertida, ¿no?

Sentí haber estado en una burbuja por un momento y reaccioné.

–Sí, supongo que para ti estuvo mejor —murmuré tomando un sorbo de café.

Que delicia... ¿¡sin azúcar!? No podía olvidar el hecho de que seguramente le había metido la lengua hasta la garganta a aquella tipa.

Sus ojos me miraron confundido.

–Puedo deducir a que te refieres o... a quién —dijo enarcando la ceja divertido.—, pero nadie me gusta tanto como...

– ¡Buenos días! —la voz de Isaac hizo presencia

¡Gracias!

– ¿Qué haremos hoy? —traté de romper la burbuja de tensión entre Nick y yo.

– ¿Nadar? —sugirió Isaac.

El día se sentía tan cálido y los insectos del bosque hacían presencia, las aves y mariposas llegaban a adornar ese increíble atardecer. Pasaban de las 12 del día y aún quería estar en la cama.

– ¿Nos iremos hoy? —preguntó Nick, dirigiéndose al lado de Isaac que yacía parado del lado de la ventana.

Isaac se dirigió a servir un poco de café en una taza y me miraba como si yo tuviese que decirle. Adoraba tanto esta cabaña, olía a naturaleza, toda la luz brillante que entraba por las ventanas les iluminaba la piel a esos hijos que parecían hermanos.

El alma en su miradaOù les histoires vivent. Découvrez maintenant