Capítulo 23

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(Este capítulo estaba originalmente siendo parte del 22, pero era muy largo así que lo coloqué en otro. Sólo lo dividí)

El sábado habíamos ido a trabajar como de costumbre. Isaac siempre usaba ese mandil en la cadera color café y yo uno color vino. Siempre tenía más propina que yo porque allí llegaban más chicas de lo que creí, de hecho comenzaron a llegar cuando él entró. Eso mismo nos dijo nuestro jefe, y para nosotros era normal, siempre había sido así con las chicas, incluso llamaba la atención de los chicos.

El domingo la pasamos todo el día comiendo palomitas y viendo películas. Aunque estábamos un poco enojados por el cambio de actitud de Isaac, sin embargo llegó ese domingo por la mañana con una bolsa de cartón y se arrodilló ante mí. Estaba perpleja pues yo sólo veía una de mis caricaturas favoritas (Star vs las fuerzas del mal), entonces inclinó la cabeza y extendió la bolsa ante mí. Fruncí el ceño y tome la bolsa para ver lo que había allí. La abrí lentamente aún aturdida y cuando lo miré a los ojos lo dijo:

—Lo siento, realmente lo siento —dijo. Hice un puchero y cuando vi lo que había allí dentro me lancé a su cuello.

Lo tiré provocando que diese un quejido y riera al mismo tiempo.

—Tiene pepinillos extra —añadió.

Suspiré entre risas.

—Gracias —lo miré mientras ambos nos recargábamos del suelo.

Estábamos tan cerca de la mesa de centro que creí que estaba en pedazos.

—De verdad lamento tratarte así —musitó sin mirarme. Pero escuchaba su corazón latir a toda velocidad.

—También yo —lo miré y él imitó mi movimiento.

Sonreí y volvió a imitarme. Sentí una paz en mi interior.

Y saben que después se vino un mataron de Isaac con sus shows y de mi disfrutando de su compañía mientras coloreaba y comía mis hamburguesas.

Siempre quise esta vida con Isaac, pero no con Luzbel, sin embargo; no puedo imaginarme no haberlo conocido.

—¡Estaré en casa de Valeria! —le grité a Isaac dirigiéndome a mi clase.

—¡Iré por ti! —me lanzó un beso y desapareció con ese cabello rojizo y pómulos perfectos dándolo la vuelta en el árbol de la facultad.

Atrapé su beso divertida y mi sonrisa se borro al notar que ya no alcancé a verlo después.

—¿Es tu novio? —musitó Valeria a mi lado. Traía unas medias negras y botines, acompañadas de un vestido negro con dibujos de alguna animación—. Es lindo.

Su sonrisa y piel blanca hacían que sus mejillas se ruborizaran.

—¡No! Es Isaac... —me frenó.

—Sé quien es —aclaró muy segura sujetando unos bocetos realmente hermosos—, pero todo el tiempo están juntos.

—Es que vivimos juntos —dije sin pensar.

Ella frunció los labios divertida y giró sobre su propio eje sin despegar los pies para indicar que entráramos al salón.

—¡No quise decirlo así!

—No necesitas explicar, no soy ciega... —echó un ojo hacia adónde se fue Isaac—, yo también viviría con él.

—Es soltero —añadí entrando al aula con ella.

—No lo parece —dijo encogiendo los hombros.

Me quedé perpleja ante lo que decía, y era verdad. Era soltero, pero realmente no lo parecía, y yo tenía la culpa de eso.

El alma en su miradaOù les histoires vivent. Découvrez maintenant