Entre la vida y la muerte.

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Isaac Anderson

Cuando Morfeo y yo llegamos a casa, Thomas y Anna ya estaban allí. Ella fue rápidamente a darme un abrazo con ojos llorosos, e impacientes de saber lo que le había pasado a su única hija, el sol de su vida.

Le contamos el plan de lo que teníamos planeado hacer «excepto la parte donde Thomas muere»

La cazadora estaba discutiendo con Valeria, y no tenía ganas de ayudar, me senté en el taburete de la barra y Orfeo sirvió un trago de licor. Thomas se acercó a nosotros, pero escogió uno de las botellas que no me pertenecían. Estuvimos bebiendo mientras Anna preparada café y algo para comer. Y, nuevamente escuché a esas chicas.

—¿Cómo voy a concentrarme cuando estás haciendo esto? —gruñó Valeria en la parte de atrás de la casa.

—Mejor ve a ver qué sucede antes de que se maten y no haya manera de revivir al mortal —dijo Orfeo bebiendo un trago para acercarse a Anna.

Rodé los ojos y salí por la puerta de atrás que estaba enmedio de las dos recamaras y allí estaban, sentadas en el suelo, Valeria tenía las manos en la cabeza de un gato y la cazadora estaba abriendo en vertical con una navaja. La luz estaba apagada y solo tenían una vela con un botiquín. El viento azotaba los árboles e inquietaba a mis bestias. Supuse que sabían lo que se acercaba.

—¿Qué crees que hacen? —indagué perplejo.

Valeria me miró fugaz, sin soltar al gato y la cazadora seguía cortando.

—Le enseño a mantenerlo con vida y sin dolor, mientras hago una operación de alto riesgo, así que, por favor deja de molestar —gruñó mirándome brevemente para rodar los ojos.

Esbocé una sonrisa mientras Valeria parecía nerviosa.

—Mantenlo con vida —dijo la cazadora.

—¡Eso intento! —protestó Valeria mientras me recargaba de la puerta.

La cazadora comenzó a coser, y Valeria cerró los ojos cuando el gato empezó a moverse.

—Ya falta poco, recuerda que debes hacerlo despertar y luego dormir —aclaró la cazadora.

Valeria resopló y trató de mantenerse enfocada.

—Ahora, hazlo —dijo rápidamente la cazadora.

Valeria cerró los ojos y presionó ligeramente la cabeza del gato, cuando Valeria abrió los ojos el gato dejó ir un maullido y después volvió a cerrarlos. La cazadora estaba sonriente, y colocó al gatito en una manta a su lado. Los poros de mi piel se erizaron, mi sonrisa se expandió involuntariamente.

—Bien, lo hiciste —ambas resoplaron aliviadas—. Al menos sabemos que el chico quizá no muera.

—¡Wow! ¿Cómo hicieron eso? —indagué acercándome.

—Bueno... 12 horas de aves muertas, y un una serpiente —masculló la cazadora.

Sonreí por debajo.

—¿Cuándo comenzamos? —cuestionó Valeria. Había un toque de entusiasmo mientras se sacudía el vestido.

—Necesitamos que mantengas a Thomas enfocado en algo mientras Anna lo somete a hipnosis —aclaré.

El alma en su miradaOù les histoires vivent. Découvrez maintenant